No es una buena noticia que en toda la isla de Eivissa, únicamente 5 playas y 2 puertos deportivos tengan este distintivo de calidad, cuando en 2015 fueron 16 las playas que exhibieron la bandera azul. Se trata de un sistema de certificación de calidad ambiental que valora la calidad de las aguas de baño, información y educación ambiental, gestión ambiental y seguridad y servicios e instalaciones. Naturalmente, tener o no la bandera azul en una playa no la hace mejor ni peor, porque las playas que en 2015 la tenían izada y este año no la tendrán son las mismas y con los mismos servicios, solo que no se han sometido a la evaluación de un jurado que valora unos determinados criterios.
Banderas con orgullo. Por supuesto, cada ayuntamiento es muy libre de someterse a esta evaluación o a cualquier otra, o incluso de no hacerlo si no lo considera pertinente, pero no deja de llamar la atención que los mismos que izaban la bandera orgullosos ante los fotógrafos y cámaras de televisión en el verano pasado, ahora denosten lo que significa tenerla concedida a ojos de los usuarios y turistas. Las playas de Sant Joan y de Sant Josep son excepcionales, de eso no cabe duda, pero si un tercero es quien lo certifica públicamente en base a criterios objetivos y de calidad ambiental, muchísimo mejor.
Fuera de lugar. En todo caso lo que parece fuera de lugar es lo que ha hecho el Govern. La consellera portavoz, Pilar Costa, pidió desdramatizar la pérdida de estos emblemas, destacando que Baleares tiene las mejores playas del mundo, algo que está fuera de discusión pero que siempre es mejor que lo afirme un tercero con prestigio. Por su parte el vicepresidente y conseller de Turismo, Gabriel Barceló, atribuyó el hecho de la disminución en el número de banderas azules a que el Govern no otorgó una subvención económica a la entidad que las concede y reivindicó que el hecho de que no ondee una bandera azul, no significa que las playas no estén en las mejores condiciones. Tenemos las mismas playas que teníamos el año pasado y no hay que sobredimensionar el efecto de tener o no tener las banderas azules, pero tampoco hay razón para sacar pecho.