Los datos del Govern con la llegada de Francina Armengol a la presidencia indican que la institución autonómica ha reducido el número de empleados públicos respecto al tramo final en que el inquilino del Consolat era José Ramón Bauzá. Así, el primero de enero de este año trabajaban para la Comunitat 28.982 empleados, cuando en julio del 2015 eran 29.202. Otro dato a tener en cuenta es que Bauzá redujo también sensiblemente el número de empleados en los primeros años de su legislatura pero los incrementó a medida que se acercaban las elecciones.
Crisis y austeridad. Bauzá llegó al poder en 2011 bajo la bandera de los recortes y la necesidad de reducir el gasto público. Lo cumplió, a veces con no excesivos miramientos, y rebajó el número de empleados de la etapa Antich, que llegaron a los 30.822. No obstante, los números de Antich hay que entenderlos teniendo en cuenta que cuando comenzó la legislatura en 2007 la crisis no había estallado en Balears y no se hizo patente hasta un año largo después. En todo caso, los tiempos de la alegría a la hora de contratar con dinero público, cada vez más escaso, se han acabado para todos, sea cual sea el color político que llegue al poder.
La lección que recibió Bauzá. La ciudadanía comprende las políticas de austeridad y de reducción de empleo público siempre que sean equitativas, justas y no marcadas por prejuicios políticos. El error del anterior president fueron las iniciativas altamente tensas que afectaron a parte del desarrollo de la actividad pública. Se vio en las tensiones que se produjeron en los departamentos de Salut y, sobre todo, de Educació. El resultado fue una legislatura crispada. Es evidente que Bauzá se dio cuenta de su error ya que, al final, incrementó las contrataciones para calmar algunos sectores y, probablemente, en busca de unos apoyos que se le escapaban de las manos. Ahora, Armengol trata de mantener tranquilo y sin estridencias el sector público balear. Es el camino más lógico y el más seguro y coherente.