El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, compareció ayer ante los periodistas para repetir que su partido votará no en la investidura de Rajoy. Está totalmente legitimado para hacerlo. Si se mantiene esta situación se repetirán elecciones, posiblemente el 25 de diciembre. La situación resulta rocambolesca porque serán las terceras elecciones en algo más de un año, que dejan la imagen del país en un mal lugar. Lo que llama realmente la atención es que Sánchez le diga no a Rajoy, pero tampoco esté dispuesto a impulsar un gobierno de izquierdas, como pide Podemos, y rechace unas terceras elecciones. Realmente Sánchez y su diputada ibicenca, Sofía Hernanz, deben hacer un gran ejercicio de pedagogía para explicar la postura de los socialistas.
Los riesgos. La situación política española cada vez se parece más a la vivida en Italia hace unos años. Tenemos un gobierno en funciones desde diciembre del pasado año y, en el peor de los casos, la situación seguirá igual hasta enero o febrero del próximo año. No hay que darle toda la responsabilidad de lo ocurrido a Sánchez, por supuesto, pero estaría bien conocer las cartas que piensa jugar en el futuro. Si Rajoy no supera la investidura, ¿intentará formar gobierno con Podemos? ¿Buscará un acuerdo con los nacionalistas que hasta hace poco no podían negociar con el PSOE por sus aspiraciones soberanistas? ¿Es consciente de que si se repiten elecciones el PSOE puede seguir perdiendo votos y escaños? ¿Cree Sánchez que podrá soportar unas terceras elecciones a la baja?
Una salida. Que el PSOE debe abstenerse para evitar unas terceras elecciones lo dice Felipe González, Alfonso Guerra y Rubalcaba. Incluso el diario El País, periódico de cabecera durante años, se ha alineado con la abstención para que no se celebren otra vez elecciones. Por lo tanto, no se trata de ninguna presión de medios afines del PP para que Rajoy gobierne. Lo dicen históricos dirigentes socialistas. No hay ningún interés en que Rajoy vuelva a ser presidente. Lo que defendemos es la estabilidad política, evitar dar un espectáculo en el mundo entero. Si Sánchez quiere ser presidente, que empieza a trabajar. Podría conseguirlo. Pero, de momento, se ha alineado con el no a todo y empieza a dar una imagen de no ser un político de Estado.