Estoy orgulloso de lo que se hizo en es Vedrà». Son palabras de Vicenç Vidal, conseller de Medio Ambiente, en el turno de preguntas del Parlament en el pleno del martes. Vidal contestaba así a una pregunta del PP para que explicase los motivos de la destitución de Caterina Amengual como directora general, un relevo que se produjo hace unas semanas y que se vinculó, entre otras cosas, a la gestión que hizo el Govern con el tema de las cabras. Vidal podría haber negado una vinculación entre el episodio de las cabras y la destitución de Amengual, pero optó por mantener una postura altiva y prepotente.
Mala gestión. Lamentablemente, Vidal no ha sabido estar de nuevo a la altura de las circunstancias, no ha entendido lo que supuso para muchísimas personas la masacre de las cabras de es Vedrà, especialmente en Sant Josep, donde hasta el alcalde reconoció que el método utilizado para el exterminio no le había gustado. Lo peor es que Vidal demuestra muy poco respeto hacia todos aquellos que defendieron que había alternativas a la masacre. Recordemos que Vidal ya actuó con prepotencia cuando días después de la masacre acusó a los vedraners de actuar como caciques. Vidal y su departamento publicitario trabajaron activamente durante semanas para intentar trasladar a la opinión pública que era más importante mantener la flora autóctona en es Vedrà que la vida de las cabras. Para ello se dedicaron a fondo, difundiendo imágenes manipuladas donde, milagrosamente, aparecían brotes verdes en lugares donde antes pastaban las cabras. Tampoco hace falta recordar la pasión que le puso el conseller insular, Miguel Vericad, en la defensa de la matanza de cabras.
Sensibilidad. Lamentablemente ya no se puede volver a atrás y gestionar de otra manera la presencia de las cabras en es Vedrà. Nadie duda de que las cabras eran un peligro para la flora autóctona, pero sí es defendible otra forma de hacer las cosas, sin tanta prepotencia ni tanta superioridad moral ante los «ignorantes» que mostraban su indignación por lo ocurrido. Hubiese bastado que Vidal, que no ha entendido nada, actuase de otra forma. Pero ha demostrado, una vez más, muy poco respecto hacia todos aquellos ibicencos que creen que lo ocurrido en es Vedrà hubiese podido evitarse. Un auténtica vergüenza.