Balears vive una coyuntura histórica en la creación de contratos laborales. Ha llegado a la cima histórica de 550.308 afiliados a la Seguridad Social. El turismo vive un momento esplendoroso y los actuales índices de ocupación son una absoluta superación de la larga depresión iniciada hace una década. Pero un análisis más profundo de nuestra actual realidad revela que las bases de la recuperación no son todo lo sólidas que muestran las cifras más vistosas. La realidad es que la temporalidad supera el 80 % de los nuevos contratos y que la precariedad está muy extendida. Queda aún mucho trecho para poder presumir de una estructura productiva sólida y segura. Cualquier vaivén puede dañar de manera importante un tejido todavía frágil e inseguro.
Fijos discontinuos.
La consolidación del empleo sólo será realidad cuando se incremente el nivel de trabajadores de la hostelería que alcancen el reconocimiento de fijos discontinuos a directamente fijos. A su vez, la disminución del empleo temporal en el resto de sectores también será una clara muestra de fortaleza. Pero, por encima de ello, tiene un enorme mérito el actual índice de contrataciones. Es la prueba del empuje de los empresarios isleños, que están exhibiendo un vigor y optimismo como no se veía en lustros. La lástima es que las inversiones públicas vayan muy por detrás de la iniciativa privada. Las instituciones, comenzando por la autonómica, siguen endeudadas y con escaso margen de maniobra.
Fe en el futuro.
Pese a los inconvenientes que aún quedan por delante, lo más importante es que las actuales cifras de contratación han de servir de acicate para que la máquina productiva funcione a tope y para establecer las bases de una recuperación efectiva y segura. La locomotora turística avanza imparable e inyecta optimismo en un cuerpo social que está olvidando el pesimismo y la desesperanza de las horas más duras de la crisis.