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EDITORIAL

Un mes para poner orden en Sant Antoni

Eivissa |

No parece que sea nada fácil de cumplir la petición que le ha hecho el PI al alcalde de Sant Antoni, Pep Tur ‘Cires', para que ponga orden en el tripartito en el plazo de un mes. El órdago del PI se ha producido tras la crisis desvelada por este periódico por el tema de las terrazas, una crisis que se produjo en el momento en que Pablo Valdés, que estaba de alcalde accidental, aprobó un decreto para avocar las competencias de Juanjo Ferrer. Como ya se ha informado este tipo de decretos son excepcionales, pese a que una supuesta portavoz del Ayuntamiento de Sant Antoni dijese este fin de semana que es habitual cuando un concejal se va de vacaciones para confundir a la opinión pública y rebajar la crisis. Lo que hizo Valdés fue desautorizar a Ferrer, como reconoció ayer Jaume Font. Ahora el PI ha pedido que se recupere la propuesta que hizo Ferrer para las terrazas, que significaría aplicar la nueva normativa con mayor flexibilidad.

Reescribir el pacto. El PI dijo ayer públicamente que el alcalde tiene un mes para reescribir el pacto. Este partido político que lidera Font no quiere ser un simple comparsa en un gobierno donde los concejales de Reinicia parece que tienen más influencia sobre el alcalde que los propios ediles socialistas. Durante esta legislatura se han producido varios episodios que demuestran que ‘Cires' ha mirado hacia otro lado cada vez que los ediles de Reinicia han hecho de las suyas. No confiamos demasiado en que ‘Cires' pueda asumir el mando y reescribir el pacto como pide el PI. Más bien, todo seguirá igual y volverá a resugir Valdés para desequilibrar la balanza a favor de Reinicia.

El futuro. Pase lo que pase en este próximo mes, la situación de Sant Antoni no puede ser más decepcionante. Basta ver las redes sociales para comprobar el grado de malestar que hay en el municipio. El pueblo está más sucio que nunca, las cosas en el West End no han cambiado, hay problemas con los aparcamientos, y el lío de las terrazas ha provocado malestar entre los restauradores. Y ahora se añade una crisis política que algunos han intentado rebajar hasta hacer un ridículo espantoso.

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