Este periódico informaba ayer que Can Misses tarda una media de 95,75 días para realizar una intervención quirúrgica, según los datos ofrecidos por la Conselleria de Salut. Más de tres meses para una operación, algo mejor que el año pasado, sin duda, pero del todo insuficiente para los sufridos usuarios de la sanidad pública ibicenca. Can Misses, además, tiene el dudoso honor de ser el centro hospitalario con las peores ratios en lista de espera en Baleares para realizar intervenciones quirúrgicas. Los ibicencos tardan 14 días más que los mallorquines en ser operados.
Listas de espera inasumibles.
Si los datos del tiempo de espera no son nada positivos para el hospital ibicenco, las cifras sobre enfermos que están pendientes de una intervención siguen al alza, con un incremento del 7,67 por ciento respecto al año pasado. Evidentemente las cifras sanitarias vinculadas a Can Misses demuestran que hay mucho trabajo por hacer, que la plantilla de médicos sigue siendo insuficiente, y que el optimismo que reinaba al inicio de la legislatura de dar un cambio radical a la sanidad pitiusa se ha ido desmontando año tras año.
Un hospital con problemas.
Patricia Gómez y el gerente del Ibsalut, Juli Fuster, llevan ya tres años en el cargo. No valen las excusas ni tampoco recordar el pasado permanentemente, que es lo que suele hacer la consellera de Salut cada vez que asoma algún problema en Can Misses. Si de verdad hay más presupuesto para sanidad, si es cierto que se destina más dinero que en la época Bauzá, como repite insistentemente Armengol, ha llegado la hora de que se demuestre mejorando servicios, reduciendo plazos, y controlando que los quirófanos y las instalaciones sanitarias en general, sobre todo cumplan todas las garantías sanitarias. Porque las palabras se las lleva el viento y quedan los hechos. Y la gestión de Gómez y del Govern en materia sanitaria no llega, ni mucho menos, al aprobado.