La limpieza de Ibiza, especialmente Vila, ha estado y sigue estando en entredicho. Su nueva depuradora, una infraestructura ampliamente demandada y muy necesaria, se encuentra lista, pero, por una mala praxis y una discutible gestión, no está en marcha. Ahora, el Govern está trabajando en ello y se espera que pueda ponerse en funcionamiento en el año 2023. Las consecuencias de este retraso son tremendas para el medioambiente. La expulsión al mar de agua en estado deficiente provoca un daño sobre la posidonia incluso mayor que el que puede realizar el fondeo de embarcaciones. Y si no cuidamos nuestro tesoro, mal vamos.
Indignación vecinal.
Que las aguas fecales sean protagonistas en diferentes episodios recientes es algo que hay que hacerse mirar. Periódico de Ibiza y Formentera ha ido desvelando algunos capítulos desafortunados como los del torrente de sa Llavanera, el cual ha afectado notablemente a los vecinos de una zona en la que la salubridad ha brillado por su ausencia desde el miércoles. Rodeados por un nido de infección y un hedor insoportable, no les quedó otra que denunciar públicamente los hechos a través de las páginas de este periódico.
Reacción tardía.
Obviamente, no es exigible que una infraestructura no tenga averías o dé problemas por una causa u otra. Eso es algo con lo que hay que convivir. Sin embargo, lo que no es aceptable es el retraso injustificado e inaceptable de Abaqua, a la hora de limpiar el torrente, y del Ayuntamiento de Ibiza, a la hora de limpiar las calles cuando un barrio se encuentra en unas condiciones de salubridad peligrosas para la ciudadanía. Es del todo censurable esa falta de reacción y es lamentable que la administración dé el paso después de que este rotativo publicara la noticia en portada y diera buena cuenta a la opinión pública de lo que sucedía en la zona afectada. Las labores de limpieza deberían haber comenzado el mismo miércoles para haber evitado un episodio –uno más en lo que a limpieza se refiere– lamentable.