La remodelación de la avenida de Isidor Macabich protagoniza casi a diario la actualidad en esta isla. Y no precisamente por sus ventajas sino porque las molestias que está provocando van más allá de lo comprensible. En los últimos días, los trabajos han causado una fuga de gas y numerosos cortes en la red de suministro eléctrico y de agua, además de los ya consabidos ruidos y polvo. La reforma se ha vendido por parte del Ayuntamiento de Ibiza y de su alcalde, Rafa Ruiz, como una transformación de esta avenida para formar parte de una ciudad «amable» y «sostenible» pero la realidad a día de hoy es muy diferente. .
Una reforma necesaria
Es evidente que el proyecto es necesario para la ciudad. Básicamente porque se centra en la separación de las redes de pluviales y fecales con el fin de evitar las habituales inundaciones. Sin embargo, lo que no tiene una explicación tan lógica es que se haya escogido este momento para llevarlo a cabo. Tras dos años de pandemia, los comerciantes de esta avenida esperaban la temporada de 2022 con ilusión por la recuperación y ahora observan horrorizados cómo sus establecimientos están siendo víctimas de una nueva crisis, provocada esta vez por la propia Administración municipal.
La justificación política
Ejecutar estas obras en plena temporada turística es un error de difícil reparación, y que está afectando duramente a los empresarios de la zona. Tanto por el turismo en sí como por los propios residentes en la zona, que, en pleno verano, se ven obligados a vivir con puertas y ventanas cerradas por las molestias que producen los trabajos. Cuesta entender qué razones técnicas han podido llevar a Ruiz a tomar esta decisión. Y se impone una única explicación política: las elecciones están a la vuelta de la esquina, el balance de logros, esta vez, es exiguo y ni la pandemia ni la guerra en Ucrania podrán justificarlo.