Alrededor de unas 80 personas se concentraron a las puertas del Consell d’Eivissa este viernes para clamar por la libertad de poder vivir en una caravana y exigir a la máxima institución insular que habilite solares para que los caravanistas puedan morar. En una isla con los precios de pisos y habitaciones absolutamente disparados hay quien reivindica el poder vivir día a día en caravanas y chabolas pese al peligro existente no sólo para ellos a nivel de salubridad y seguridad sino para la isla en su conjunto en cuestiones, por ejemplo, como la evacuación de aguas negras o el riesgo de incendio.
El encuentro
El Consell d’Eivissa se reunió hace unos días con los cinco campings oficiales que existen en la isla de Ibiza para explicarles en qué consiste la ley de limitación de vehículos. En este sentido, se les transmitió que a partir de la entrada en vigor de esta ley, las caravanas sólo podrán entrar a la isla si tienen reserva en alguna de las 200 plazas oficiales que existen en los cinco campings. En caso de no cumplir con este requisito, las multas pueden llegar hasta los 30.000 euros. En este encuentro, además, la máxima institución insular transmitió que defienden el turismo de caravanas siempre que se pernocte en este tipo de establecimientos «con todos los servicios y garantías sanitarias».
Objetivos claros
El Consell d’Eivissa manifestó este viernes su profundo respeto por la protesta de quienes viven en caravanas, si bien destacaron que no comparten su motivación pues tienen clara la hoja de ruta que deben seguir para evitar una mayor saturación y preservar la sostenibilidad de Ibiza no sólo como destino turístico sino como lugar en el que vivir. Precisamente, una caravana no es el lugar más óptimo para que una persona o familia desarrolle su día a día, razón por la cual se deben buscar otras soluciones a la grave crisis habitacional y no promover ni extender la proliferación de caravanas ni campamentos chabolistas alrededor de la isla, pues no son las condiciones más dignas para poder desarrollar un proyecto vital. Instituciones, empresarios y ciudadanos particulares no deberíamos normalizar el chabolismo y las infraviviendas como forma de vida.