El nuevo convenio de hostelería continúa en vía muerta. Encallado y también poblado de interrogantes. Patronal y sindicatos siguen escenificando un escenario de distanciamiento significativo en plena cuenta atrás de la temporada turística. Hasta ahora, todos los encuentros se han cerrado sin apenas avances, aunque ayer el anuncio de movilizaciones por parte de UGT, que cuenta con diez representantes en la mesa de negociación, ha enrarecido un poco más todo lo que envuelve a un proceso estratégico para el sector y la economía de Balears.
Provocar dudas
Los acontecimientos han negado a Javier Vich, que hace unas pocas semanas fue elegido nuevo presidente de la patronal hotelera de Mallorca, un aterrizaje suave y algo de tiempo para tomarle las medidas a su despacho. Entre el debate político y social por la masificación y la negociación del convenio, Vich anda metido en una montaña rusa, aunque de momento ha cumplido de forma notable con un asunto crucial: mantener unidos a los suyos. De hecho, el anuncio de UGT parece ir más encaminado a intentar provocar dudas y fricciones entre los hoteleros que a cualquier otra cosa.
Fractura entre los sindicatos
El órdago de UGT, sujeto a todo tipo de interpretaciones, también ha dejado al descubierto un aspecto sustancial: la fractura entre los propios sindicatos. Su anuncio ha sorprendido a la gente de CCOO, que no ocultaron su sorpresa ante esta actitud unilateral. Entre frases hechas y la preocupación del sector por el mensaje que pueda trasladarse a los mercados emisores, una única realidad envuelve la negociación y es estrictamente salarial. Los sindicatos reclaman un incremento del 19 % en tres años y la patronal, de momento, no quiere sobrepasar el 8,5 % y recuerda que las últimas subidas han sido relevantes. Se trata de un hecho indiscutible, tanto como que no debería confundirse la conquista de nuevos logros con la irresponsabilidad.