El músico Miguel Ángel Roig-Francolí recibió este martes la Medalla de Oro de la ciudad de Ibiza, la máxima distinción de Vila. Durante su discurso destacó que si bien se ha formado y ha vivido y vive fuera de Ibiza siempre regresa a la tierra que le vio nacer, crecer y ser feliz. Así, en su intervención invitó a reflexionar sobre la isla que se ha estado gestando y la imagen que se proyecta de ella en el exterior. «¿Qué cara pensáis que ponen mis conocidos cuando les digo que soy de Ibiza? Hay una imagen de Ibiza por allí fuera prácticamente sinónimo de Sodoma y Gomorra combinadas, una especie de isla sin ley donde todo es posible (…). Aburre mucho tener que dar explicaciones pedagógicas de que Ibiza no es sólo party island desenfrenada, que hay muchas ‘Ibizas’ y que la isla es una maravilla de histria, naturaleza, gente acogedora y amable y belleza por todos sitios», expresó. Asimismo, lanzó preguntas de difícil contestación, como a qué playas podemos ir los ibicencos «sin la molestia de la masificación, ni el agresivo bombardeo sonoro de beach clubs, ni la presencia de materia fecal» o bien cómo se «hemos tolerado que sea prácticamente imposible encontrar una vivienda asequible y que haya autocaravanas y poblados chabolistas por todos sitios». En este punto destacó que si esto se ha permitido es, precisamente, por los propios ibicencos. «Lo que ha pasado en Ibiza no es una evolución sino una trágica involución promovida y permitida por los ibicencos mismos y controlada por los intereses del gran capital, tanto ibicenco como de fuera», expresó.
Llamada de atención.
Las palabras del prestigioso músico resonaron en la sala del Claustro de Vila donde se entregó este martes por la noche la máxima distinción de la ciudad de Ibiza. Pero no está todo perdido y dio un toque de atención a todos los presentes en la sala: «Animo al pueblo ibicenco y a sus representantes a tomar medidas y actuar con contundencia contra la explotación desmesurada e insostenible de la isla. Todavía podemos conservar mucho de nuestra maravillosa cultura, lengua, territorio y entorno natural y tenemos la obligación histórica de hacerlo», dijo. Y es que no es sólo cuestión del trabajo que hagan los políticos en este sentido sino de la conciencia colectiva de toda la sociedad ibicenca.