La Marina israelí, en una nueva demostración de fuerza militar, interceptó el miércoles por la noche a la flotilla por la libertad -con tres ciudadanos de Baleares a bordo- que había zarpado hacía un mes de Barcelona en dirección a Gaza, para romper el bloqueo marítimo de la franja y supuestamente entregar ayuda humanitaria a los gazatíes. Pese a las múltiples advertencias lanzadas por Israel de que estos barcos serían intervenidos si traspasaban esas fronteras marítimas, los activistas hicieron caso omiso mientras narraban en teoría sus últimos videos con el móvil antes de lanzarlo al mar. Finalmente, han sido interceptados por el gobierno de Israel. En este punto no hay que obviar que desde 2007 Israel mantiene un bloqueo total de las aguas de la franja para evitar que los terroristas de Hamás reciban suministros militares o tecnología que puedan utilizar contra sus enemigos hebreos. Ahora, ya consumado el asalto total a la flotilla, la seguridad de los ciudadanos retenidos, la mayoría de ellos españoles pero también de otros países, salta al debate público y queda por ver qué harán los gobiernos de estos ciudadanos interceptados.
El inicio.
En el cobarde ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 murieron más de 1.000 judíos inocentes y, desde entonces, el presidente de Israel juró venganza para defender a sus conciudadanos y al mundo del terrorismo de Hamás. En la actualidad, ya han perecido en las ruinas de Gaza 65.000 palestinos, muchos de ellos niños, mujeres y ancianos que nada tienen que ver con el terrorismo islamista, lo que en el argot de los conflictos bélicos se conoce como ‘daños colaterales’.
Espectáculo innecesario.
Es indudable que la salida a este conflicto internacional no es nada fácil y se intenta desde hace muchísimos años, pero nada ayuda que se forme un espectáculo mediático con intervenciones como la de la flotilla por la libertad, en la que hay una amalgama variopinta de perfiles, desde Ada Colau, hasta Greta Thunberg y la conocida popularmente como ‘Barbie Gaza’, una polémica tiktoker andaluza de 46 años convertida al islam desde hace dos décadas y casada con un policía local ceutí con el que tiene seis hijos.