La histórica ceremonia de esta semana en Egipto, donde el presidente estadounidense Donald Trump rubricó la paz entre Israel y Palestina, seguida de una suerte de cumbre con líderes de países europeos, ha coronado la figura del mandatario de la Casa Blanca, cuya figura ya es idolatrada por buena parte de los israelíes. No cabe duda de que se trata de una espléndida noticia, después de dos años de cruel enfrentamiento que ha dejado del lado palestino más de 67.000 muertos y del lado hebreo más de 2.000, pero Oriente Medio lleva décadas instalado en la inestabilidad y es siempre un polvorín a punto de explotar. Así las cosas, será muy complicado que la paz sea duradera en la región. El nuevo papel de Hamás, relegado por la victoria israelí, es toda una incógnita, ya que parece muy improbable que se limiten a tener un papel residual en la nueva administración palestina de Gaza. En Cisjordania ya gobierna la Autoridad Palestina, así que los terroristas de Hamás quedan ahora arrinconados con el histórico acuerdo de Egipto. De lo que no cabe la menor duda es que Trump está viviendo su momento de gloria.
La guerra Rusia-Ucrania
Algunos analistas apuntan a que el mandatario de la Casa Blanca podría aprovechar este tirón de popularidad para intentar acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha abordado sin éxito en otras ocasiones. Incluso, si Putin no accede a sentarse en la mesa de negociaciones, ha amagado con dotar al ejército de Zelenski de los temidos misiles Tomahawk, que podrían tener un impacto brutal en la guerra.
El papel iraní
Regresando a Oriente Medio, una de las claves para alcanzar la paz ha sido la neutralización de la amenaza iraní. El régimen de los Ayatolás estaba a punto de conseguir la bomba nuclear, pero una serie de bombardeos de Israel y Estados Unidos ha arrasado sus instalaciones atómicas. De momento.