Este viernes se presentó el primer censo de asentamientos chabolistas de la isla de Ibiza elaborado por Cruz Roja y el Observatorio Social de las Illes Balears (OSIB) en el marco de las II Jornadas Insulares de Sinhogarismo ‘Cada pieza cuenta’, organizadas por la ONG. Un recuento de infraviviendas que ha puesto de manifiesto que en pasado verano había casi 1.200 personas habitando en caravanas, tiendas de campaña, furgonetas o chabolas en la isla distribuidas en 21 zonas distintas que albergaban 655 infraviviendas con una densidad media de 47 personas por cada mil metros cuadrados. Unas cifras que tras la finalización de la temporada turística han menguado, pero no al ritmo que cabría esperar ya que en octubre se han contabilizado 937 personas en 471 infraviviendas, números superiores a las 700 personas y 365 chabolas contabilizadas en marzo. Esto indica que, lejos de desaparecer, este fenómeno va en aumento y se ha convertido en una problemática estructural.
Un fenómeno reciente.
Hace dos décadas era muy extraño ver ‘sintechos’ en las calles de Ibiza. Sin embargo, este fenómeno ha proliferado en los últimos años en paralelo a las dificultades para encontrar viviendas a precios asequibles. Las casuísticas son múltiples y muy variadas, pero muchos de los que malviven en estas infraviviendas tienen trabajo estable, pero con el salario que cobra le es imposible acceder a un piso de alquiler o alquilar una habitación.
Punto de partida.
El censo elaborado por la Cruz Roja y el OSIB debe ser el punto de partida para que las administraciones locales tomen medidas para combatir el sinhogarismo y el millar de personas que viven en infraviviendas en la isla de Ibiza encuentren una salida a su situación. Sin olvidar tampoco que muchas de estas personas también padecen enfermedades que les impiden en un primer momento salir a flote de la situación en la que se encuentran y que se han de tratar como toca. Un primer paso sería encontrar un hogar decente y, a partir de ahí, encontrar una estabilidad para seguir progresando. La sociedad ibicenca no se puede permitir tener a un millar de vecinos en la calle malviviendo en chabolas.