Este viernes se celebraron los solemnes actos por el cincuenta aniversario de la restauración de la Monarquía en España. El rey Felipe VI reivindicó el papel decisivo de su padre el rey Juan Carlos I en la Transición y ligó la Corona a la España democrática. En el Palacio Real, durante la imposición del Toisón de oro a la reina Sofía, Felipe González, y los padres de la Constitución Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Millón, el monarca ha pronunciado un discurso en el que ha destacado que «Este acto que celebramos nos lleva a recordar un tiempo en el que España se abrió al diálogo como camino para construir la convivencia democrática. Es muy importante hacerlo, que recordemos, porque quienes entonces éramos muy jóvenes —yo apenas tenía 7 años— vimos cómo el país empezaba a transformarse poco a poco, gracias a decisiones responsables y gestos valientes, a cesiones de unos y otros».
Una llamada a la reconciliación
Felipe VI ha reivindicado «en tiempos de crispación» el espíritu del 78 «y la palabra frente al grito», en una clara referencia al tenso momento político y social que atraviesa el país, por los recientes casos de corrupción o por la condena conocida el jueves del fiscal general del Estado, por un delito de revelación de secretos. Así las cosas, el rey recordó el papel vertebrador de la institución monárquica y la reconciliación nacional tras la muerte del dictador Francisco Franco. Así, destacó la «España democrática» de la que afirmó que «antes incluso que un país, un pueblo o un territorio, es una idea. Una idea hermosa que encarna lo mejor de lo que somos; aquello a lo que aspiramos; la suma de nuestros sueños, anhelos e ilusiones; una idea a la que merece la pena entregar todos y cada uno de los días de la propia vida». Señaló, además, que la Corona «estará siempre a su servicio, porque en ese servicio radica su propia razón de ser».
Su relación con las islas
Este medio siglo de la restauración de la Monarquía coloca a Baleares en un lugar destacado en la vida de la familia real. El Palacio de Marivent de Mallorca, donado por la Diputación en 1973 al entonces príncipe Juan Carlos, ha sido escenario durante este medio siglo no solo de vacaciones reales cada verano, sino también de recepciones a autoridades y encuentros con los sucesivos presidentes del Gobierno. Una relación que ya no es tan intensa como antaño.