En unos días se cumplen 12 años de la misteriosa desaparición de Malén Ortiz, la menor mallorquina cuya pista se perdió un 2 de diciembre de 2013 cuando se bajó de un autobús, tras salir del instituto, e inició el corto trayecto a la casa de su novio, en un patinete. Desde esa tarde, nunca más se han vuelto a tener noticias de la adolescente y la Policía Judicial de la Guardia Civil, desde entonces, no ha parado de tomar declaración a sospechosos y cientos de testigos. Se trata de la mayor investigación policial registrada nunca en Mallorca y el resto de Islas y en las primeras semanas se movilizaron a decenas de agentes, que peinaron la zona con perros adiestrados, patrullas terrestres, submarinistas y el apoyo de un helicóptero. Sin embargo, todos los esfuerzos han sido en vano. Nadie ha podido aportar una pista fiable sobre el paradero de la menor y la Benemérita tiene el convencimiento de que algún conductor -posiblemente que la conocía- se detuvo con su coche y se ofreció a recogerla. Un rapto violento, a plena luz del día, con viandantes y otros coches por la zona, parece imposible, por lo que los agentes se inclinan por la otra posibilidad. Sea como fuere, es como si la tierra se hubiera tragado a la menor, que tenía 15 años por aquel entonces.
Los medios
A pesar del inmenso esfuerzo policial, lo cierto es que el caso de Malén ha puesto de manifiesto que los medios policiales -humanos y técnicos- son insuficientes. Tampoco se entiende por qué un caso tan complejo no ha pasado a manos de unidades de élite, como la Unidad Central Operativa (UCO).
La desesperación
Y durante todos estos años, la progenitora de Malén, Natalia Rodríguez, ha demostrado que es una auténtica madre coraje y nunca ha dejado de exigir a las autoridades que sigan la búsqueda, no con la misma intensidad que los primeros días, porque es imposible, pero sí que continúe para que su hija no caiga en el olvido y se sepa qué pasó exactamente con ella.