El conseller de Medi Ambient del Consell Insular, Joan Buades, intenta determinar el estado de la depuración del agua en las Pitiüses, uno de los proyectos más ambiciosos del Govern balear y estandarte de su política medioambiental. Durante años, los presidentes de los Ejecutivos autonómicos y sus consellers de Obras Públicas (sobre todo los de la época de Gabriel Cañellas) presumieron de haber montado una red de estaciones depuradoras «ejemplo» para el resto de comunidades autónomas del Estado.
Buades pone ahora en duda su eficacia y plantea la posibilidad de que se estén produciendo situaciones de peligro medioambiental puesto que el Consell no tiene constancia del destino final de los fangos que se producen en estas estaciones. Resultaría sorprendente que de toda esta inquisición se confirme un mal uso y gestión del caudal de aguas fecales, probablemente la incidencia más grande que las personas que viven y visitan las Pitiüses provocan en el entorno.
Confiemos en que el estudio tenga una rápida resolución y que se confirme que el enorme esfuerzo presupuestario realizado a lo largo de toda la Comunidad Autónoma ha sido acertado, a pesar de que durante estos últimos años se han producido hechos que confirman que, pese a todo, no han dejado de existir defectos, que se presumían como puntuales.
La cuestión puede derivar en algo muy serio, dado el volumen de población que soportan las islas de Eivissa y Formentera y lo reducido de su territorio.
Esta es la razón por la que, mientras no se conozcan los resultados de este informe a elaborar por los técnicos del Govern balear, no dejarán las estaciones depuradoras de estar bajo sospecha.