Era una decisión más o menos esperada, pero no por eso ha dejado de explotar como una bomba: el Tribunal Supremo ha dicho «No» al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Y, lo más llamativo, lo ha hecho por unanimidad de sus trece miembros y a una velocidad vertiginosa, lo que demuestra la firmeza con que la Judicatura ha tomado el delicado asunto. De hecho, la maniobra del polémico juez era arriesgada, sorprendente y con pocos visos de prosperar, pues se basaba en documentos sobradamente conocidos que los miembros del Tribunal Supremo han catalogado como «insuficientes» como pruebas para procesar al ex presidente del Gobierno Felipe González como presunto fundador del grupo terrorista GAL.
Será sin duda un golpe duro para Garzón, en su particular lucha contra el «felipismo», saber que ni uno solo de los magistrados del Supremo ha avalado sus tesis. Y, seguramente, de cara a la opinión pública, la decisión del Supremo respalda a un Felipe González que, aunque oficialmente retirado de la primera línea de la arena política, tiene todavía un peso específico inmenso dentro del Partido Socialista.
Tras el fracaso de Garzón al señalar a González en el caso del secuestro de Segundo Marey "primera acción de los GAL juzgada", llega otra frustración ante el «caso Oñaederra». Pero todavía hay muchas acciones terroristas de este grupo por juzgar y quién sabe si no saldrán a la luz nuevas pruebas que arrojen algo de claridad sobre esa complicada trama. Conociendo el talante tozudo, emprendedor y valiente "ya era juez a los 23 años" de Garzón, no cabe duda de que seguirá firme en su empeño de demostrar la verdad "según sus partidarios" o de tomarse en frío su venganza contra su eterno enemigo, según dicen sus detractores.