Los problemas naturales a los que se enfrenta un pacto político suscrito por diversos partidos de distinta ideología no han tardado en hacerse evidentes en el seno del Pacte de Progrés, que sustenta tanto el Consell Insular de Eivissa i Formentera como el Govern balear. Ya hace unas semanas la consellera verde de Medi Ambient se enfrentó al resto del equipo de gobierno por un tema controvertido: el agua y la desaladora de Palma. Ahora la liebre acaba de saltar en Eivissa. La presidenta del Consell, Pilar Costa, ha destituido al conseller verde de Medi Ambient. La manzana de la discordia ha sido la política urbanística.
Nada tiene de raro que partidos tan lejanos como los que componen este pacto se enfrenten por cuestiones como ésta. Lo que sí resulta extraño es que un conseller, como ha hecho Buades, critique públicamente a la institución que él mismo representa y salpique con sus comentarios un programa de gobierno que él mismo suscribió. Tiene razón Pilar Costa en afirmar que los trapos sucios se lavan en casa y las instituciones políticas tienen sus cauces para solventar contratiempos como éste. Ya ocurrió en Mallorca en el seno del Consell, la pasada legislatura, cuando su presidenta, Maria Antònia Munar, destituyó a los consellers del PSM por la cuestión de la incineradora. El PSM, tras una obligada reflexión interna, volvió después a la institución.
También el GOB se enfrenta ahora al Govern por la ordenación territorial. ¿No son los partidos que ahora gobiernan los que apoyaban al GOB cuando éste se enfrentaba al Govern del PP? ¿Qué ha cambiado? Quizá se den cuenta ahora de que el discurso que hacían cuando estaban en la oposición era un planteamiento que sólo servía para desgastar al partido en el poder, pero que no encerraba auténticas soluciones para los problemas de Balears. Está claro que las cosas se ven de otra manera cuando se gobierna. Las soluciones posibles son las que hay. Y, significativamente, son muy parecidas a las que podría adoptar cualquier otro gobierno.