Hoy celebramos la fiesta del Día del Trabajo, en una fecha que tradicionalmente ha tenido un carácter reivindicativo por parte de los sindicatos. Aunque lo cierto es que en los últimos años, fruto de la bonanza económica y de la política de acuerdos entre la patronal, los representantes sindicales y el Gobierno, las posturas se han moderado y se han evitado los frecuentes enfrentamientos y la radicalización de posturas.
Pese a ello, todavía queda mucho por andar y ahí están los problemas del paro, de la picaresca existente en torno a determinadas empresas de empleo temporal, la futura reforma del mercado laboral y la precariedad del empleo como asuntos que deben ser resueltos y que serán, sin duda, reclamaciones de los sindicatos en una jornada como la de hoy.
Lo acontecido a lo largo de los últimos años parece demostrar que a la hora de conseguir mejoras laborales es preferible hacerlo en la mesa de negociación que desde el enfrentamiento y la movilización, ambos lícitos, pero que deben utilizarse cuando ya no existen otras vías para alcanzar lo que en justicia corresponde.
Uno de los objetivos marcados por el nuevo Gobierno para esta Legislatura es el del pleno empleo, objetivo absolutamente deseable para acabar de una vez por todas con la lacra que ha supuesto el paro. Pero la consecución de éste sólo es posible desde el diálogo. Es por ello preciso que todas las partes sienten las bases de un consenso en materia laboral que pueda conducir a ello. En este sentido, es bueno que los trabajadores y sus representantes planteen sus reivindicaciones de forma pacífica y aspiren a mejoras sociales que repercuten sin lugar a dudas en el bienestar de todos. Y que la huelga sea sólo la última opción, inevitable cuando algunas empresas son incapaces de entender que los trabajadores tienen todo el derecho a participar en los beneficios que se derivan de la actual bonanza económica.