La banda terrorista ETA ha vuelto a asesinar y ha cometido el primer asesinato del año acabando con la vida del jefe de la Policía Local de Andoaín, Joseba Pagazaurtundua, quien era militante del PSE-PSOE y de UGT y un destacado miembro de la plataforma «Basta Ya». Pagazaurtundua, además, había pertenecido a ETA político-militar y formó parte de Euzkadiko Ezkerra antes de la fusión de ésta con el partido socialista. A estas alturas ya no sorprende a nadie que los terroristas escojan a sus víctimas entre los que más han destacado en la defensa de las libertades. La obcecación de quienes cometen estos atroces actos es tal que son incapaces de ver más allá de su fanatismo y de la necesidad que sienten de imponer por el miedo sus propios criterios. No debemos confundir los términos, ellos, los asesinos de ETA, son los únicos responsables de lo que ha sucedido.
Ahora bien, casi es un sarcasmo que el Ayuntamiento para el que trabajaba la víctima esté gobernado por Batasuna, con la anuencia del PNV. Y es precisamente este último el que debería replantearse algunas cuestiones. Es indiscutible la legitimidad de los planteamientos nacionalistas o soberanistas del PNV, pero más allá y por encima de cualquier otra consideración está el derecho a la vida de cualquier ser humano y la libertad que amparan nuestras leyes. Tal vez el PNV debiera reflexionar sobre cuál debe ser su papel en el Consistorio de Andoain y no caer en el error de superponer erróneamente ciertos valores políticos a derechos fundamentales evidentes.
Más que nunca es preciso recuperar la unidad perdida frente al terrorismo, lo que también debe llevar al Gobierno de Aznar a moderar ciertos discursos. De lo que se trata en el fondo es de luchar contra el enemigo común.