A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán. Y parece que en Washington se lo han tomado muy en serio. Tanto que -como hizo en nuestro Congreso el portavoz socialista Jesús Caldera con el 'caso Prestige'-, también en el Consejo de Seguridad de la ONU se han presentado algunos documentos tergiversados relacionados con la capacidad nuclear de Irak. O, más exactamente, falsos. Así mismo lo han reconocido los norteamericanos que, al carecer de pruebas contundentes para justificar esa guerra que avanza a pasos de gigante de hierro, prefieren presentar cualquier documento falso que «case» bien con sus teorías, sin comprobar su fiabilidad.
Mal vamos si esas son las artes con las que George Bush y su inseparable Colin Powell pretenden convencer a los indecisos y conseguir que quienes rechazan su opción se adhieran a ella. Aunque eso tampoco garantiza que, en efecto, Irak carezca de ese armamento o esa capacidad para fabricarlo, pues lo único cierto -por ahora- es que no existen las pruebas. Los inspectores continuarán trabajando para averiguar algo más, porque casi cada día que pasan en el país descubren algo nuevo, como esos últimos misiles adaptados para la guerra biológica o química. Un indicio más de que Sadam Husein no va a conformarse con desmilitarizarse y esperar a que la ONU le levante las sanciones.
No es su estilo y si, como dice, luchará hasta el final a pesar de todas las amenazas de guerra, lo más probable es que lo haga bien pertrechado. No en vano su régimen se sustenta únicamente en el terror y el poder de las armas.
Así las cosas, habrá que esperar hasta hoy para ver cómo giran las tornas ante el borrador de esa segunda resolución de la ONU.