El president Jaume Matas ha mantenido su primera reunión con representantes del sector turístico para analizar los principales problemas del mismo y ha anunciado que, como mucho en el próximo mes de octubre, se suprimirá el impuesto turístico, más conocido como la ecotasa.
Así, pues, la ecotasa, todo un símbolo del Pacte de Progrés, tiene sus días contados. El PP había prometido en su programa que iba a derogarla y esto es lo que va a hacer, aunque no tan pronto como quisieran algunos, pese a que se llevará por la vía de urgencia. Pero el problema no era la ecotasa, sino la crisis económica europea, principalmente en Alemania, y sus repercusiones en Balears, así como el gravísimo enfrentamiento entre el Govern anterior y los hoteleros. El miedo a que esta situación fuese a peor y tuviese fatales consecuencias para miles de trabajadores relacionados con el turismo determinó la derrota de la izquierda en las Islas.
Pero incluso en el PP se reconoce que la culpable de nuestros males turísticos no era la ecotasa, que en sí no era una mala idea. Lo único objetable era la oportunidad de su aplicación en momentos de incertidumbre económica y las lagunas que presentaba su cobro sólo en hoteles.
En vías de liquidación este efímero impuesto, que contaba con el apoyo de miles de ciudadanos, la primera conclusión que hay que extraer de la reunión es que es enormemente positivo esta nueva imagen de entendimiento. Hay que valorar en su justa medida esta toma de contacto que tiene que ser un primer paso para avanzar y abordar las cuestiones más urgentes. Es necesario un auténtico plan de choque para recuperar las posiciones perdidas y devolver la ilusión. También hay que apoyar la creación de este fondo medioambiental que debe servir para hacer frente a las inversiones que debían cubrirse con la recaudación de la ecotasa. Nuestro entorno y el medio ambiente son fundamentales. Esto no debe olvidarse si queremos que realmente se produzca la necesaria recuperación que todos deseamos.