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Editorial

La 'cumbre' valenciano-balear

La reunión bilateral celebrada entre los Ejecutivos de la Generalitat valenciana y de las Illes Balears ha servido para lo que es usual en este tipo de 'cumbres', para estrechar lazos, para fijar líneas de trabajo, para abrir posibles vías de colaboración y todo un abanico de declaraciones formales, pero pocas concreciones. No debemos engañarnos, el marco autonómico no da lugar a mucho margen para las relaciones entre diferentes comunidades, que por otra parte poco pueden aportarse unas a otras más allá del intercambio de experiencias.

Existen quienes han querido ver en esta aproximación a la Comunitat Valenciana el establecimiento de un eje Palma-Valencia enfrentado a la más arraigada, aunque no exenta de recelos, relación catalano-balear. No podemos dejar de lado que los Gobiernos valenciano y balear están en manos del PP, y eso supone una mayor afinidad política.

Pero hay que reconocer que el Govern balear ha sido lo suficientemente prudente como para evitarse complicaciones culturales y lingüísticas. El Govern respeta los posicionamientos de la Generalitat valenciana pero no se ha alineado con posturas valencianistas que aquí, salvo contadas excepciones, no se comparten. Una cosa es apoyar el bilingüismo y otra es una ruptura lingüística que el Govern Matas, pese a las presiones que recibe, no parece dispuesto a impulsar.

Respecto a encuentros anteriores entre los Gobiernos de Balears y de la Comunitat Valenciana, hay que subrayar el mayor peso específico que ha adquirido Matas. Su paso por el Ministerio de Medio Ambiente le ha dado un gran prestigio en toda la región levantina como responsable de la aprobación del Plan Hidrológico Nacional. Matas ya no es un desconocido presidente autonómico y su homólogo valenciano, Francesc Camps, ha sabido reconocerlo. Sea con Camps o con quien resulte ganador en las elecciones catalanas, Balears debe seguir manteniendo encuentros políticos. Sin complejos y sin apriorismos. Balears puede entenderse con las dos Generalitats con toda normalidad. Sin miedo a etiquetas catalanistas o valencianistas.

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