Los objetivos del Gobierno en materia de empleo se están cumpliendo, aunque los últimos datos no son esperanzadores, al cerrarse 2003 con un aumento del desempleo por tercer año consecutivo, superando la barrera del nueve por ciento de la población activa, aunque la EPA habla ya de un once por ciento. No es una cifra excesiva en conjunto, pero sí se complican las cosas cuando nos fijamos detenidamente en sectores determinados y en comunidades concretas, como Melilla, que se va al 18,77 por ciento de parados, o Asturias, Extremadura y Galicia, que superan el 12.
Así las cosas cabe preguntarse si el Gobierno lo ha hecho bien, ahora que termina la legislatura, y qué elementos de la política de empleo deberían mejorarse. Está claro que las mujeres, los mayores de cuarenta años y los jóvenes son los más perjudicados a la hora de encontrar un trabajo estable. Y a ellos deben dirigirse los mayores esfuerzos, limitando quizá la posibilidad de un empleo temporal por períodos tan breves como los que en la actualidad se generan, creando incertidumbre y una situación de eterno desequilibrio para muchas familias. Otro flanco que es preciso reforzar es el trabajo de las oficinas públicas de empleo, que en demasiadas ocasiones se muestran completamente incapaces de encontrar un puesto para miles de personas.
Encontramos en España casi 1.800.000 parados, lo que viene a revelar un problema que, nos guste o no, es la principal preocupación de los ciudadanos desde hace décadas. De ahí que se haga imprescindible un serio debate sobre el asunto, entre el partido en el Gobierno y los de la oposición, para que el empleo se contemple, de cara a las elecciones de marzo, como la piedra angular de la política de los próximos gobernantes.