A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán. Y seguramente eso mismo han pensado los responsables del Círculo de Empresarios, una organización empresarial que ha publicado un documento con diversas reflexiones ante la convocatoria de elecciones generales para marzo. El espíritu de estas reflexiones está muy en la línea del modelo norteamericano que a los ricos tanto les gusta: desmantelar el Estado del bienestar típicamente europeo y derivar las cuestiones sociales a eso que antaño se llamaba beneficencia, a la que se dedicaban con ahínco las damas de la alta sociedad. O sea, resumiendo, retroceder al menos un siglo en los derechos conseguidos durante décadas.
Proponen estos empresarios limitar la gratuidad de la enseñanza, la sanidad y el transporte público a los más necesitados. Pero ¿desde cuándo la educación, la sanidad y el transporte público son gratuitos en España? Quizá la educación tenga algo de gratuito, aunque ni los libros, ni los uniformes, baberos y chándals, ni el servicio de comedor ni el autobús lo son. De forma que son pocos los chavales que estudian gratuitamente, por no hablar ya del corte de enviar a un hijo a la universidad. Qué decir de la sanidad, que a todos los trabajadores, nos interese o no, nos cuesta un buen pellizco todos los meses a través de la nómina. Y del transporte público, mejor ni hablar, pues los precios no son precisamente caritativos.
Así que, de entrada, las propuestas se caen por su propio peso. Pero ellos, quizá representando a sectores muy determinados de la sociedad, lanzan el globo sonda a ver qué pasa, a ver cómo reacciona la ciudadanía. Claro que quizá es el necesario contrapunto a esas proclamas electorales que prometen muchas cosas gratis total sin elevar los impuestos.