El mercado de las empresas eléctricas en España anda revolucionado. Frente a un primer intento de OPA de Gas Natural sobre Endesa y la posterior contraoferta de la alemana E.ON, se ha producido un inesperado giro con la entrada de Acciona en la eléctrica presidida por Manuel Pizarro y con la de ACS en Iberdrola, lo que abre la puerta a su entrada en Unión Fenosa, la otra gran empresa energética del Estado.
El primer intento de compra de acciones por parte de la catalana Gas Natural, estuvo demasiado imbuido de intervencionismo por parte del Ministerio de Industria y eso nos ha conducido a un enfrentamiento con la Comisión Europea más que previsible, por cuanto es el organismo competente en materia de circulación de capitales y fusiones empresariales desde el momento en el que éstas trascienden el mero ámbito nacional.
La diversificación de las dos grandes empresas de construcción y de servicios (ACS y Acciona) es una consecuencia lógica y propia de su propio crecimiento. En un momento en el que el sector tiene una fortaleza notable, pero debe prepararse para otros escenarios, es normal que se busquen alternativas atractivas que presenten una rentabilidad evidente.
Pese a que hay quien ha querido ver en la entrada de Acciona en Endesa una maniobra del Gobierno para reconducir el asunto y que la empresa continúe siendo de capital mayoritariamente español, lo único constatable es que estamos ante movimientos naturales del libre mercado.
Ahora bien, la principal consecuencia que debería deducirse de todo ello es un beneficio para los consumidores, aunque parece que, por el momento, los que han salido ganando son los accionistas de las eléctricas, que han subido sus cotizaciones como la espuma.