Este nuevo atentado de ETA, sorprendente y brutal, ha supuesto la ruptura del alto el fuego anunciado por la banda terrorista hace nueve meses y el desvanecimiento de todas las esperanzas en el proceso de paz. Nada hacía prever que ETA reanudaría su estrategia de terror apenas unas horas después de que el presidente del Gobierno pusiera todas sus esperanzas en el proceso negociador y cuando se había confirmado el comienzo de las conversaciones entre el Gobierno y la banda terrorista con buenas perspectivas para un futuro en paz.
Sorprende que tras este atentado, José Luis Rodríguez Zapatero no haya querido hablar de ruptura de las negociaciones y haya preferido hablar de una «suspensión del diálogo con ETA». Pese a la rotundidad de sus palabras al afirmar que en estos momentos no se dan las circunstancias apropiadas para continuar con el proceso de paz, esa ambigüedad puede dar lugar a malos entendidos. Lo que está claro es que el Gobierno suspenderá toda iniciativa de diálogo con ETA porque ya lo dejó claro el ministro Rubalcaba al asegurar que aunque este atentado en Barajas sea obra de un grupo descontrolado de ETA, la banda terrorista es ETA, y punto.
La noticia del atentado ha sido un duro golpe por esas dos posibles muertes, pero también por esas esperanzas truncadas para todos los ciudadanos que confiaban en que algún día llegaría la hora de la paz. Es triste tener que darle la razón a los incrédulos que desde el principio desconfiaron del alto el fuego de ETA, pero lamentablemente los hechos les han dado la razón.
El Gobierno lo tiene ahora difícil pero no es responsable de esta situación. De la ruptura del proceso de paz sólo es responsable la banda terrorista.