Prosiguiendo con las reflexiones que deseo compartir con las familias de Ibiza y Formentera, especialmente para prepararnos a acoger y vivir después las enseñanzas que nos vendrán desde la próxima Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos que el Papa Francisco ha convocado para el próximo mes de octubre, deseo recordar un principio importante que ha de orientar las vida de las familias. Ese principio es que las familias han de ser evangelizadas y evangelizadoras.
En efecto, cuando una persona o una entidad es evangelizada, es decir recibe y acoge el mensaje del Evangelio, no se lo guarda, sino que lo vive y lo transmite con las palabras y los hechos. El Evangelio es algo tan admirable y extraordinario que acogido debidamente influye en la organización de la propia vida, de las opciones y elecciones, de los hechos de cada día. No se puede conocer y acoger el Evangelio sin que ello no forme parte de la vida. Importante para que la familia sea evangelizada para después pueda ser evangelizadora es recordar algunas de las características de lo que es la familia.
Una característica es que la familia es una escuela y en el caso de la familia cristiana, es decir, aquella que ha nacido con el Sacramento del matrimonio, es además una “iglesia doméstica”.
Siendo, pues, escuela, la familia tiene una función y una misión única que no se pueden descuidar. Como dice un reciente documento de la Conferencia Episcopal Española, Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe, “Los padres son los primeros y principales educadores. Ellos son el espejo en el que se miran los niños y los adolescentes. Ellos son los testigos de la verdad, del bien y del amor; de ahí su gran responsabilidad en el crecimiento armónico de sus hijos...Los padres son maestros porque son testimonio vivo de un amor que busca siempre lo mejor para sus hijos, fiel reflejo del amor que Dios siente por ellos”.
Una de las grandes enseñanzas que la familia ha de promover es el amor, sentimiento propio del ser humano. A este respecto el Papa Francisco escribía recientemente: “Las relaciones basadas en el amor fiel, hasta la muerte, como el matrimonio, la paternidad, la filiación o la hermandad, se aprenden y se viven en el núcleo familiar. Cuando estas relaciones forman el tejido básico de una sociedad humana le dan cohesión y consistencia. Pues no es posible formar parte de un pueblo, sentirse prójimo, tener en cuenta a los más alejados y despavoridos, si en el corazón del hombre están fracturadas estas relaciones básicas que le ofrecen seguridad en su apertura a los demás” (Mensaje con ocasión del I Congreso Latinoamericano de Pastoral familiar, 8 de mayo de 2014).
Esa misión de hacer que la familia sea la primera educadora no se puede dejar de lado. Los padres no pueden descuidar ni delegar totalmente la función su tarea educativa en las escuelas y los colegios, aunque sean colegios excelentes y responsables, pues cada uno ha de hacer su parte y asumir su responsabilidad. Los padres, absortos en su trabajo, tienen dificultad para dedicar el tiempo necesario para sus hijos o lo tienen escaso o reducido a los momentos solo de ocio y eso no es suficiente para ayudarles a afrontar los problemas, transmitirles las ayudas necesarias para afrontar su vivencia humana.
Por otro lado, las estructuras familiares cada vez más inestables, y la ausencia de alguno de los cónyuges inciden también en disminuir el ejercicio de la misión educativa de la familia y especialmente de los padres, el padre y la madre. Con ternura y firmeza los padres han de acompañar el crecimiento y la formación de los hijos. Esa es la vocación paterna, una de las expresiones de la identidad del ser padre o madre.
Recuperemos, promovamos, favorezcamos la misión de la familia, de cada familia, de todas las familias, de ser la primera y principal escuela para cada uno de sus miembros. Ser la familia una buena escuela porque se ha formado bien para ello es algo que se ha de potenciar, se ha de fomentar, se ha de defender.
Seguiremos con estas reflexiones en los próximos artículos, deseando así ofrecer una ayuda y un servicio a las familias de Ibiza y Formentera.