El fin no justifica los medios. Gobernar, lograr alcanzar la meta soñada, no debería significar nunca hacer trampas, coger atajos, empujar a otros corredores y cambiarte de equipo a la primera de cambio. Atónitos asistimos a las artes de prestidigitación del Partido Socialista de Baleares que, no contento con pactar durante años con agrupaciones nacionalistas de izquierdas o de derechas dependiendo de con qué pie se levantasen esa legislatura, renuncia incluso a su nombre, a sus siglas, programa y filosofía con tal de rozar los dedos el ansiado triunfo. No me gusta su versión de «Si tú me dices ven, lo dejo todo». Lo que pasa, señores socialistas, es que ustedes ya no representan a los obreros españoles, se han cambiado tantas veces la careta y han machacado tantas rosas buscando su fragancia, que hoy las encuestas les muestran que para ser caballos ganadores deben competir con otro jinete que no sea el suyo.
Esta semana ha nacido "Junts per Sóller" así, a lo loco, una formación que aglutina a PSOE, Més, Guanyem y Podemos. Como si uno de esos chistes de «van un alemán, un francés y un español» se materializase de forma esperpéntica en una realidad. En esencia los protagonistas de esta broma, cada uno de un padre y una madre, pretenden condensar una junta de desgobierno en la que las churras y las merinas competirán por quién tiene mejor lana, y de qué casta le vienen al galgo sus andares. Lo siento pero no lo entiendo, esta canción es casi ruido.
El nacimiento de nuevas formaciones le aporta salsa, opciones, frescura, nuevos protagonistas (o no tan nuevos) y un panorama distinto a un país de pandereta en el que hasta la fecha el pastel se lo repartían los rojos y los azules. Este parchís político ha sumado colores e ideologías y los fagocitantes de siempre, algunos de esos que no han ejercido nunca otra profesión que no sea la de político, temen quedarse sin su «tesoro» y son capaces de vender su alma al diablo y al enemigo con tal de no moverse de la mesa ni de la silla. ¡Qué tendrá ese anillo que los domina de tal manera!
¿Cómo se puede uno quitar el nombre y someterse de tal forma a quien te ha insultado y ha enarbolado contra ti los peores calificativos? Lo triste es que, a estas alturas del juego, ya nada nos asusta y hemos llegado a escuchar que incluso podría haber un gran pacto entre los de las gaviotas y los floridos con tal de que no gobiernen los del verbo fácil. ¿Se imaginan ver juntos en el poder al Coyote y al Correcaminos? ¿De verdad se creen que todo vale? ¿Acaso los ciudadanos les parecen tan predecibles y tan simples?
Los votantes de Podemos no son los mismos que los del PSOE y mucho menos que los de agrupaciones regionalistas. ¿Con qué cara se pide el voto para cinco programas, ideologías y filosofías distintas? Esta poligamia que nace en nuestro archipiélago, donde solo somos noticia por los balconing y los famosos que nos visitan, amenaza con extenderse al resto del país como una epidemia de miedo y estrategias que transforme nuestra piel de toro en un batiburrillo de pactos medievales que nada tiene de evolutivos. ¿Qué más nos deparará esta campaña electoral más reñida, sangrienta y extraña que nunca?