Las noticias económicas tienen fama de aburridas, y seguramente con razón. Hablar del crecimiento del PIB, de ratios de endeudamiento, de plazos de pago a proveedores… Al final son números, porcentajes, cifras. Y las cifras son frías. Cuando tenemos ante nosotros una historia humana y otra con cifras, nuestro interés se desvía hacia la que tiene cara y ojos, como es lógico.
Por eso intentaré ponerle cara y ojos a los números de la economía, para intentar que se conozca la importancia de algunos de los datos que nos ha ido dejando la actualidad del Consell Insular y como eso se refleja en la vida diaria de las personas y los servicios que se prestan desde esta institución.
La nueva Ley de Financiación de Consells, tan criticada por algunos, ha supuesto que el Consell reciba puntualmente 3,5 millones de euros al mes del Govern Balear desde enero de este año. Eso es un 75% más que antes, cuando se recibían dos millones (en plena crisis, a veces, ni eso). ¿Qué supone eso? Por ejemplo, que al pagar las expropiaciones de la obra de la Travesía de Jesús, los expropiados hayan cobrado todos en menos de una semana. Es decir, que los típicos retrasos en las expropiaciones que muchos proyectos acumulan, en este caso no serán noticia.
Tampoco será noticia que las patronales protesten por los retrasos en los cobros del Consell Insular, porque gracias a que el Govern se ha puesto al día en el dinero que debía a la institución insular (llegaron a ser 37 millones y hoy estamos en tres, a falta de cerrar la contabilidad de 2014), se ha cerrado el mes de enero pagando a 21 días a los proveedores. Son números, sí, pero números que suponen tranquilidad para los centenares de empresas que trabajan con servicios como el Hospital de Cas Serres, los distintos servicios sociales, las instalaciones deportivas, carreteras, bomberos, cultura, etcétera. Empresas que pueden continuar sin la pesada losa de que la administración pública les deba importantes cantidades de dinero.
Otra noticia económica de 2015 han sido los intereses bancarios. El Consell se ahorró en 2014 un total de 340.000 euros en intereses (se preveía un gasto de 800.000 euros). Y en 2015 se destinarán 250.000 euros a este concepto, de un presupuesto de 81 millones. Este ahorro supone que habrá una cantidad mayor para destinar a los servicios públicos, lo cual redundará en beneficio de todos.
Otra cifra: el Consell destinará en 2015 un total de 9,4 millones a subvenciones. Además de la cantidad, que es muy importante, hay que remarcar que desde hace tres años se otorgan mediante concurrencia pública, tal y como establece la Sindicatura de Cuentas. Lejos de ser un mero formalismo, ello implica que las asociaciones deben presentar proyectos que son examinados para analizar su viabilidad y el servicio que prestan, lo que garantiza que esos 9,4 cumplen mejor su función de redistribuir la riqueza y servir, hasta el último euro, al destino que se propone.
Los primeros dos años de legislatura, la situación heredada nos dejó un Consell en que la situación económica de la institución era noticia prácticamente a diario: deuda del Govern, retrasos de meses a los proveedores, solicitudes de créditos ICO… A día de hoy, los proveedores están prácticamente al día, la deuda del Govern está prácticamente a cero y buena parte de los créditos que se solicitaron están amortizados. Gracias a mucho trabajo, la situación económica del Consell ha dejado de ser noticia.
Que la economía pase a segundo plano es lo mejor que le puede ocurrir a una institución, porque eso significa que está saneada y que los protagonistas son el resto de departamentos, que tienen la tranquilidad y estabilidad necesaria para poner en marcha sus proyectos de cara al ciudadano.
En esta situación, la economía vuelve a ser esa disciplina aburrida para el lector. Los números y porcentajes dejan de ser alarmantes y nos permiten enfocar nuestra atención a otros temas.
Pero no debemos olvidar que la base de que las instituciones funcionen es que estos ratios y porcentajes se mantengan en unos parámetros razonables, y eso no es fácil. La tentación de desequilibrar un presupuesto o de endeudarse de forma irracional porque «ya lo pagaremos en el futuro» es alta para aquellos que no saben mirar más allá. Pero estas políticas no sólo no generaron bienestar, sino que pusieron en peligro nuestros servicios públicos. Esperemos que no vuelva a pasar.