Después de la terrible experiencia que representó la decisión que se tomó en Galicia a principios del año 2003 en el gravísimo caso del petrolero Prestige y sus inolvidables «hilillos de plastilina», parece acertado el dictamen de remolcar el Sorrento hasta el puerto de Palma en lugar de abandonarlo a su suerte y dejar que se hunda. La decisión, anunciada ayer por la tarde por la ministra de Fomento, Ana Pastor, parece la adecuada para evitar un vertido descontrolado como el que en 2003 asoló las costas gallegas, asturianas, portuguesas y francesas. Y es así porque en el peor de los casos, que sería que se produjera un vertido durante la maniobra de remolque o que ocurriera una vez dentro del puerto palmesano, siempre será mejor que ocurra en un lugar que permita el mayor control posible. Los depósitos del ferry Sorrento está cargados con 700 toneladas de diferentes combustibles y con 150 vehículos que también llevan hidrocarburos y otros líquidos contaminantes, como los de las baterías. Además, por ahora no sabemos cuál es la carga de los camiones que van en la bodega del buque.
En Eivissa aún tenemos en la memoria la amarga experiencia del Don Pedro, un mercante que con sus 110 metros de eslora se hundió muy cerca de la bocana del puerto el 11 de julio de 2007. Se fue a pique irremediablemente y, por tanto, en ese caso no hubo decisiones que tomar. La sorpresa, muy desagradable, saltó cuando se descubrió que en las bodegas del buque había una gran cantidad de baterías de vehículos con todos sus líquidos. Ahora, en el caso del Sorrento, sólo queda confiar en el buen hacer de los profesionales, en la buena climatología y la suerte favorable.