Hemos empezado las fiestas de Santa María, la Virgen de las Nieves, y de San Ciriaco que, desde hace más de siete siglos, son expresión de la vuelta de las islas Pitiüses a la tradición cristiana. Es una bella oportunidad para que, superando las diferencias de todo orden, asumamos nuestro pasado glorioso, y así se resalten los bellos y auténticos elementos presentes en nuestra realidad y nos encaminemos a la vida de nuestras islas con un ambiente fraterno, solidario, y no con culturas y costumbres que no son las nuestras ni son buenas ni dignas.
La belleza de nuestras islas, con sus pueblos, sus montes y campos, sus playas y los ambientes dignos –nunca los que importunan o fastidian- son un regalo de Dios que con ello nos transmite su hermosura y su bondad. Aquí se pueden aplicar las recientes palabras del papa Francisco: «es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza» (Laudato si, 12).
Nuestras islas de Ibiza y Formentera recibieron en los primeros tiempos la fe cristiana y esa fe fue organizando la vida de sus habitantes. Restos de lugares religiosos, como es la capilla de Santa Inés en la zona de San Antonio, los datos sobre los obispos de Ibiza de los primeros siglos, etc. son elementos que nos lo confirman. Y si por diversos motivos la fe cristiana fue alejada de nuestras islas, Dios, que nos quiere, intervino hace ya más de siete siglos, casi ya ocho, para que nuestras islas de Ibiza y Formentera recuperaran la belleza de la fe cristiana. La intervención de Dios fue el 8 de agosto de 1235, fiesta litúrgica del diácono y mártir San Ciriaco, próxima a la fiesta de la Virgen de las Nieves. Y por eso, hemos visto siempre a Santa María y a San Ciriaco como los instrumentos y los medios de la ayuda con que Dios vino a favor de nuestras Islas.
Con el ejemplo de nuestros patronos, correspondiendo a la ayuda que nos dio Dios y nos mantiene, estas fiestas han de renovar y fortalecer nuestro compromiso de comprometernos en el trabajo digno y coherente, en el ingenio de un progreso auténtico y nunca equivocado, en la honradez, en la solidaridad, en la cordialidad, en la fe y en el amor fraterno. Con la ayuda de nuestros Patronos, Santa María de las Nieves y San Ciriaco, en estas fiestas de cada año hemos de acoger la oportunidad para renovar nuestro amor a la tierra que a unos vio nacer y para otros es donde se vive con alegría y responsabilidad. Estas fiestas han de ser un tiempo muy adecuado para unirnos, identificarnos y abrir múltiples posibilidades de mutua colaboración, superando cualquier tipo de dificultades. Nos hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo y que vale la pena ser responsables, honestos, justos, generosos y buenos.
Santa María, Madre y discípula de Jesús, Madre de la humanidad. San Ciriaco, discípulo servidor, que no se acogió las tentaciones del diablo y fue fiel a la fe, aunque eso le costara el martirio. Con la fe, Ibiza y Formentera irán adelante porque la fe nos hace prójimos, nos hace próximos a la vida de los demás y nos constituye mejores personas, mejores ciudadanos y personas de bien.
Esta tarde, tras la celebración del tridúo, la imagen de Santa María recorrerá las calles de Vila hacia la Catedral, como recordándonos a todos: «Estoy aquí, soy Madre vuestra, os amo y ayudo». Nos invita a estar con ella y como ella. Y eso lo potenciaremos el día 5, fiesta litúrgica de precepto, con las misas en la Catedral y en todas las parroquias. El día de San Ciriaco, después de la Misa Estacional en la Catedral cantaremos el Te Deum, como es tradición, dando así gracias a Dios por su intervención extraordinaria en nuestras islas hace ya más de siete siglos; una intervención que ahora tiene que mover nuestro compromiso y nuestra tarea de hacer perdurable esa aportación de Dios a favor nuestro. Acudamos, pues, en estos días a los actos religiosos de nuestra identidad y con la ayuda de nuestros Patronos, y nuestro compromiso y coherencia, vayamos adelante, siendo felices y caritativos así en la tierra como preparación a la eterna felicidad y al amor entero del Paraíso, a nuestra disposición por la obra de Jesús con sus palabras, su pasión, muerte y resurrección.
A todos: ¡Buenas y santas fiestas de Santa María y San Ciriaco! Y serán buenas y santas si hacemos en ella lo que corresponde hacer y no otras cosas. Ánimo y adelante.