He de agradecer, y conste que lo hago, que el conseller de Movilidad y Territorio, Joan Boned, haya manifestado en el Parlament que no está planificando ningún tipo de tranvía entre la ciudad de Eivissa y el aeropuerto, como había anunciado el presidente del Consell Insular, Vicente Torres. Entiendo que la clase política que gana las elecciones y entra a gobernar las instituciones tiene que presentar nuevos proyectos a la ciudadanía. «Cada maestrillo con su librillo», dice el refrán, y es lo que hay. Pero entiendo, después de haber visto y pateado muchos aeropuertos en varios continentes, que nosotros no tendríamos problemas de transporte si se aumentarán las frecuencias de autobuses, de manera especial la línea 10, y también considerablemente el número de taxis en temporada alta. Ahora los que hay en circulación no son suficientes para dar un buen servicio, y la prueba está en que personas discapacitadas, y muchas otras que no lo están, denuncian largas e insufribles esperas para que un taxi las recoja. Y así se explica que haya centenares de taxis piratas, que incluso dominan el parking de una conocida y veterana discoteca. Y me consta que allí ni se acercan los taxistas profesionales. ¡Así está el patio!
Pero nuestro conseller Joan Boned, sin comerlo ni beberlo, tiene otras clase de problemas de Movilidad. No los ha generado, ni mucho menos, pero sí los ha heredado, debido a que el Consell insular y los ayuntamientos ibicencos no han sabido o no han querido solucionar algunos temas importantes, como puede ser la flamante y bien concebida estación de autobuses de Sant Antoni, que después de varios años de estar en funcionamiento aún es tierra de nadie. Se hicieron expropiaciones y no están resueltas, y como el Ayuntamiento y el Consell no se ponen de acuerdo para hacerse cargo de dicha estación, resulta que las empresas de autobuses de Sant Antoni y Voramar el Gaucho se encargan de que cumpla su cometido. Por añadidura, en los fines de semana de temporada baja se cierran las puertas de la estación y los usuarios (incluidos los del IMSERSO) se quedan sin servicios públicos. Sinceramente, señor conseller, opino que se debería sentar con los responsables del Consell y del Ayuntamiento y «cantarles las cuarenta». A ver si espabilan, mejoran el servicio y dejan el tema resuelto.
Claro que no soy muy optimista debido a que hay demasiados amateurs ocupando escaños en las instituciones, y así me acuerdo de la estación Cetis que anda en los tribunales y que su gran problema es que no hace falta para nada, no se la necesita. Lo que se tiene que hacer es liquidarla, olvidarla y mejorar sensiblemente y de manera adecuada las necesidades de los usuarios aprovechando las paradas de buses en las avenidas de España y de Isidor Macabich, que son vías largas y estratégicas, y sería deseable que sepan aprovecharlas. El Cetis es una cosa, y ya se apañarán los que la concibieron y le dieron vida, y otra los usuarios que merecen más respeto, facilidades y mejorar su calidad de vida.
Naturalmente, otro problema añadido es que la burocracia imperante no permite a los políticos (aunque algunos no sean amateurs) salir del agujero en que están metidos. Y aunque sólo sea de manera superficial y telegráfica voy a recordar que no hay manera en los municipios de Eivissa, Sant Antoni y Sant Josep de aprobar planes generales de ordenación urbana o normas subsidiarias para que den tranquilidad jurídica al sector y a los propietarios, entre otros a los de ses Feixes del Pla de Vila.
Sinceramente, apreciado conseller Joan Boned, le deseo muchos éxitos, que pueden ser los nuestros, los de todos, pero no lo tiene nada fácil.