Seguimos a vueltas con la Navidad. Les prometo que no soy el Grinch de la Navidad, ese personaje que surgió en 1957 de la pluma del Dr. Seuss y que odiaba estos días, pero hay cosas que no acabo de entender. Pero por ir al grano y no aburrirles demasiado me detendré solo en una de ellas: El tema de porque sólo somos solidarios cuando llegan estas fechas.
Llega la Navidad y todo el mundo se vuelca con campañas para recolectar regalos y juguetes para los niños más desfavorecidos de Eivissa, España y el mundo. Algo muy loable y que merece todo mi reconocimiento porque gracias a ellos muchos pequeños son algo más felices en estos días tan señalados. Sin embargo, yo me pregunto porque ésto no pasa también, por ejemplo, en agosto, en marzo o en mayo. ¿O es que en esos meses los niños refugiados o aquellos que viven en riesgo de exclusión social no juegan?
Lo mismo me sucede con las campañas de recogidas de alimentos. Las principales cadenas de supermercados colocan carros para que la gente deposite comida y muchas asociaciones, clubes deportivos, sociales o culturales llevan a cabo campañas para ayudar a que nadie pase hambre en Navidad. Magnífico. Fenómeno. Olé por todos ellos. Pero estamos en lo mismo. ¿Por qué sólo en estos días? ¿Durante el resto del año no hay personas o niños que mueren de hambre o que pasan verdaderas penurias para tener algo que llevarse a la boca?
En fin, que no lo entiendo. Lo siento pero mi entendimiento no da para más. Vaya por delante mi reconocimiento y mi felicitación para todos aquellos que luchan por hacer más feliz la Navidad a todos aquellos que lo pasan mal. Pero por favor, cuando llegue el 10 de enero no se olviden de que la vida sigue. Los dramas siguen. La gente sigue muriendo. Donen, ayuden y sean solidarios todo el año.