Están los políticos muy contentos, y nosotros también, de que se hayan iniciado los trabajos para dotar a la depuradora de aguas residuales del municipio de Eivissa de un moderno y necesario emisario submarino, ya saben, para evacuar los líquidos antes citados. Y en Talamanca no veas. Allí todos felices porque las aguas residuales sin depurar no irán a parar a la cala ni a sus playas. Mucho han ganado en Talamanca, seguro, pero lo cierto es que las aguas residuales, pestilentes y sin depurar seguirán vertiendo y contaminando el mar. Y así hasta el 2020, según parece, año en que se terminará –dicen- la nueva estación depuradora de sa Coma. ¡Toca madera! Mi deseo es que las instalaciones que tenemos entre la vieja depuradora y el nuevo emisario no sufran averías para que el puerto de Eivissa mejore la calidad de sus aguas y desaparezca el olor nauseabundo que notamos, más o menos, según los vientos o las brisas reinantes.
Así que la lentitud (por parte de la clase política) es lo que prima en nuestra escasa geografía. Y es muy fácil de comprobar: nadie parece saber cuándo se podrá inaugurar el Parador Turístico del Castell de Eivissa, ni los nuevos juzgados que se han de levantar en el solar que ocupaba Sa Graduada, tampoco se sabe cuándo entrará en servicio la nueva avenida urbana que ha de sustituir al primer cinturón de ronda del municipio de Eivissa. Y también, durmiendo un sueño soporífero inexplicable, se encuentra el Museo Arqueológico de Dalt Vila. ¿Qué pasa? ¿Lo sabe alguien?
Y por lo que atañe a las carreteras, viendo lo que sucede a diario en las que conducen hacia Santa Eulària y al nordeste de la isla, imagino que muchos deben envidiar la denostada autovía que une Eivissa y Sant Antoni, que ha eliminado atascos y, sobre todo, accidentes mortales. Naturalmente, investigar el sobrecoste de las autovías me parece justo y razonable, pero cosa diferente es el hecho de tener una buena infraestructura viaria.
Pero como hemos estado hablando de alta política, en la que nuestras instituciones políticas muy poco pueden decir, sí se podrían/deberían dedicar los ayuntamientos a eliminar los vertederos clandestinos de toda clase de residuos sólidos urbanos y de basuras que cubren la isla. Alguna solución debe haber para poder actuar contra los culpables y conseguir que la basura en general se deposite en los vertederos oficiales. Sé que me estoy refiriendo a un problema endémico, que ya teníamos antes del boom turístico, pero algo habrá que hacer para que la isla no se convierta en un basurero. En fin, hay soluciones, pero a muy largo plazo.