El dilema de los socialistas es complejo. No es fácil el papel que tendrán los socialistas a partir de ahora. Y el tiempo para tomar decisiones de verdad se acaba. Atrás se quedaron los paseos inútiles de Sánchez por medio país, Ibiza incluida, para no aportar nada ni a la política nacional ni a su partido. Sería fácil hacer leña del árbol caído, pero lamentablemente Sánchez era un pseudo líder rodeado de mediocres que el día que dejen la política nadie los echará de menos. Vayamos a la faena. ¿Es plato de buen gusto para el PSOE permitir que Rajoy gobierne? No, sin duda. ¿Es conveniente para los socialistas afrontar unas nuevas elecciones dentro de dos meses y medio? Sería un suicidio. Es eso lo que tienen que contar Herranz, Torres, Ruiz, Molina, Costa y compañía a sus militantes y votantes. Es que si van a elecciones hay muchas posibilidades de que la suma entre PP y Ciudadanos llegue a la mayoría absoluta y que Podemos se convierta en la segunda fuerza política y, por consiguiente, en el primer partido de la oposición. Si a esto le añadimos que los socialistas no tienen candidato y Sánchez no lo puede ser aunque lo pretenda, el dilema está más que resuelto. Y no vengan que si las presiones de los poderosos, del Ibex, de González. No es eso. No les pega nada a los socialistas hablar igual que los podemitas. De verdad que no les ayuda lo más mínimo. Cuando resuelvan esta crisis, y deben hacerlo con urgencia, ya analizarán qué ha pasado en estos cinco o seis años para perder tantos votos. Mientras tanto, vayan a sus militantes y les cuenten qué pasará si hay elecciones. Si no lo hacen cometen una grave irresponsabilidad.
Opinión/Joan Mestre
El gran dilema del PSOE
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