El Evangelio de este domingo nos habla de la aparición de Jesús resucitado a los discípulos de Emaús. La conversión de los dos discípulos expresa perfectamente la desilusión de los que habían seguido al Señor, ante el fracaso que representaba para ellos la muerte de Jesús. En respuesta al desaliento de los discípulos el Señor les va descubriendo el sentido de la Sagrada Escritura acerca del Mesías. Estaba anunciado que el plan salvador de Dios se realizaría por medio de la Pasión y Muerte redentora del Mesías. La Cruz no es un fracaso, sino el camino querido por Dios por el triunfo definitivo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. El mismo Jesús se acerca y camina con los dos discípulos que se dirigían a la aldea de Emaús, pero son incapaces de reconocerle. Uno de los discípulos dijo a Jesús: “¿ Eres tú el único forastero de Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?”.
Jesús les dijo:” ¿ Qué ha pasado?” y le contestaron “ Lo de Jesús el Nazareno”. Esta es una de las escenas exclusivas de San Lucas, descrita con gran maestría literaria. Jesús camina junto a aquellos dos hombres que han perdido casi toda esperanza, de modo que la vida comienza parecerles sin sentido. Cuando llegan a la aldea, Jesús hace ademán de seguir adelante, los dos discípulos le retuvieron diciéndole: “Quedaté con nosotros”. Y entró para quedarse con ellos. Y estando juntos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron sus ojos y lo reconocieron
Los que creemos en Jesucristo resucitado, le decimo desde lo más íntimo de nuestro corazón ¡Quédate con nosotros!. Quédate con nosotros, Señor, porque nos rodean en el alma las tinieblas y sólo Tú eres luz, sólo Tú puedes colmar esta ansia de paz, amor y felicidad que nos consume. Entre las cosas más bellas del mundo no podemos ignorar cuál es la primera: poseer siempre a Dios. Quédate con nosotros, Señor, y Jesús se quedó en la fracción del pan, o sea en la Santísima Eucaristía, en la Santa Misa , en la Comunión. Y Cristo se quedó.