Las encuestas la daban como segura ganadora. Y las encuestas han acertado, pero solo en parte porque Angela Merkel ha ganado sus cuartas elecciones y por tanto continuará siendo la canciller de Alemania pero su triunfo ha sido menor del esperado. Algo parecido ha sucedido con el Partido Socialdemócrata. Las encuestas también han acertado al augurar un revés electoral para el SPD ahora liderado por Martín Schultz pero ese revés ha sido mucho mayor del que se preveía. Como también ha sido una sorpresa no tanto la entrada en el Parlamento del AFD ,un partido de ultraderecha, sino que este partido se haya convertido en la tercera fuerza política de Alemania con más de noventa escaños.
Pero volviendo a la perdida de votos de Merkel hay que tener en cuenta que estas son las cuartas elecciones que gana y por tanto denota ya el desgaste de tantos años gobernando, pero además de esta razón, hay otra, como que algunas de sus decisiones políticas también han encontrado resistencia entre los alemanes. Por ejemplo su gestión de los refugiados que algunos analistas alemanes creen que ha servido de campo de cultivo para el partido ultraderechista y xenófobo que es AFD que se ha quedado nada menos que un millón de votantes del partido de la Canciller.
En cualquier caso Merkel y su partido tendrán que abrir un periodo de reflexión del porqué han perdido apoyos aunque sin duda el partido que más ha sufrido en estas elecciones, el SPD, es quién tiene que replantearse de arriba abajo su futuro.
En todo caso sería injusto achacar toda la responsabilidad del fracaso a su candidato, Martín Shultz porque las causas son más y más profundas.
En realidad la crisis del SPD es la misma que sacude al resto de los partidos socialdemócratas y socialistas europeos, que han dejado de contar con la confianza de esa inmensa mayoría de ciudadanos que antes les votaban. Además, en el caso del SPD también le ha perjudicado haber cogobernado con Angela Merkel y que ha provocado que se difuminaran sus señas de identidad. En uno de los debates de campaña mantenidos entre Merkel y Shultz las diferencias entre ellos eran más de matiz que de fondo. En definitiva Shultz situaba a su partido en el centro izquierda mientras que Merkel a su vez ha situado al suyo en el centro derecho, con lo cual ambos partidos estaban demasiado cerca para que los ciudadanos notaran las diferencias.
Hay quienes achacan a las socialdemocracias que se hayan «acomodado» en exceso tanto que han terminado por ser solo gestores perdiendo contacto con la realidad.
Otros achacan ese desafecto a que los partidos socialdemócratas dejaron de «pensar» respuesta para los problemas de la sociedad actual.
Desde luego cabe reprocharles que no hayan sabido dar respuestas efectivas a la grave crisis del 2008.
Es curioso como una parte de los ciudadanos creen que los partidos socialdemócratas se han quedado «viejos» y por tanto buscan sustitutos.
Pero lo cierto es que en ese no querer envejecer lo peor que han hecho los socialdemócratas ha sido sorprender a propios y extraños queriendo ser más modernos que nadie y actuando con complejos evidentes ante los movimientos populistas tan de moda y yendo al arrastre de estos.
A lo mejor el secreto es ser de verdad lo que se es.