A reserva del desenlace del sainete político que protagoniza en Bruselas Carles Puigdemont, 2018 puede ser un buen año en un sector clave para nuestra economía: el turismo. Despedimos el año con un balance espectacular ¡Cerca de 82 millones de visitantes! El gasto realizado por los turistas que nos han visitado -alrededor de los 80.000 millones de euros- también es una cifra récord.
España es un país seguro, el primer valor que se conjuga a la hora de decidir dónde pasar unos días de vacaciones. Y también es un país moderno y bien dotado de infraestructuras hoteleras. Al reclamo de Sol y las playas en verano o las pistas de esquí en invierno se une como fruto de nuestra larga Historia una oferta monumental y cultural tan atractiva como diversa.
El turismo es la principal industria del país. Genera algo más del 16% de nuestro PIB y da trabajo directo a dos millones y medio de ciudadanos. Para el turista -tipo, un británico de clase media con una o dos semanas de vacaciones-, España es el país que europeo que ofrece más seguridad y mejor buen rollo con los turistas. Es un destino sólo superado por Francia.
La inestabilidad política que padecen Egipto, Túnez o Turquía, destinos hasta hace poco de gran tradición turística beneficia a los países de la UE, entre otros, el nuestro. En Portugal también han tenido este año un boom de visitantes. De todas las regiones de España sólo Cataluña ha registrado un pequeño retroceso en el número de visitantes -alrededor de 90.000 menos que el año pasado por estas fechas-, pero aún así, sigue siendo la comunidad que más turistas recibe.
Ni que decir tiene que la merma obedece a la situación política. Es un efecto negativo, uno más, del disparatado «procès» separatista. La gente corriente no quiere problemas. Y menos en sus vacaciones. A pesar de las turbulencias políticas y a reserva del desenlace de la crisis catalana, 2018 tiene todas la papeletas para ser un buen año en relación con el turismo. Y no es lo único que funciona bien en España. Tengo para mí que hay razones fundadas para recibir al Año Nuevo con cierto optimismo.