Asistimos constantemente a la nimiedad en casi todo los ámbitos de la vida y también asistimos azorados y perplejos a cómo tenemos algunos políticos que van por el mundo a las bravas y que encima sus conocimientos culturales o son deleznables o inexistentes, como botón de muestra baste mencionar al camarada Rufián, ese independentista jiennense de Cataluña que el otro día confundió invernación con hibernación, pecata minuta si no fuera por las malas artes que tiene este sujeto, indignas de un parlamentario que se cree que la calle es suya. Aviso a navegantes: o volvemos a buscar la excelencia en nuestros representantes o el país se va, que diría mi amiga Paloma, por las calicatas. A eso se une la cantidad de noticias que inundan lo cotidiano y que en realidad son pura broza como la que salió el otro día en un periódico nacional en el que se cuestionaba si los niños pueden o no desayunar garbanzos y para saber la respuesta se consultaba con sesudos endocrinólogos. Que yo sepa los garbanzos siempre han sido leguminosa nutritiva. En España si tenemos un plato que nos vertebra ese es el cocido que con sus variedades se dan en toda la vieja piel de toro: en la Maragatería y en Cantabria en sus tres versiones, el cocido madrileño que inmortalizó en una de sus canciones Pepe Blanco; no sé, no veo que España tenga un problema con los garbanzos, ni siquiera en este tema Catalunya difiere, dado que allí tienen un buen garbanzo llamado Puigdemont, es verdad que se discute si la olla aranesa puede hacerse con garbanzos o es obligado hacerla con alubias. En fin discutamos sobre los garbanzos mientras muchos españoles no llegan a fin de mes y tendrán que hibernarse, verdad Rufián.
OPINIÓN | Jesús García Marín
Desayunar garbanzos
J. García Marín | Eivissa |