Y se hizo la luz, y la vicepresidenta Calvo nos iluminó a todos diciéndonos desde el púlpito que «no sé si los hombres saben cómo funcionamos las mujeres porque para eso hace falta que nos escuchen».
Luego dijo que es fundamental que los hombres escuchen porque en su inmensa mayoría son «personas decentes» frente a una minoría «antidemocrática y violenta». Está Vicevogue II ha descubierto América: ¿es que ustedes no están pendientes, como la mayoría de españoles, y cuidan al máximo a las mujeres que les rodean, a la novia, al cónyuge, a las amigas, a la mamma que diría un italiano!, ergo que nos cuenta la antropóloga Calvo.
Pero Carmen, no estás de vice para darnos tus charlas sobre la condición humana, ni para repartirnos tu hoja dominical, ni para soltarnos tus universales como si tus no-votantes fuéramos un conjunto de idiotas y no supiéramos de la vida, tampoco eres Darwin. Estás para resolver los problemas que tiene las mujeres y hombres y hasta los niños y las niñas que son, te los pongo por orden: el paro obrero, cómo crear un caldo de cultivo para que los parados encuentren trabajo; las pensiones, cómo lo vamos a hacer para que entre dinero en la caja de la pensiones; el sistema educativo, cómo vas a conseguir que la enseñanza sea de nivel, que los discentes tengan suficientes conocimientos para pensar por ellos mismos y no para pensar esa doctrina tuya tan llena de vaguidos; cómo vamos a resolver en origen el problema de toda la emigración (que no migración) ilegal que se nos viene de media África.
Otra cosa es la desigualdad laboral y la violencia, pero para eso está la inspección de trabajo y el código penal, pues haz que se aplique bien la ley, claro, Calvo.