Si el domingo pasado, en mi artículo semanal que publica Periódico de Ibiza y Formentera os decía que hay que ayudar también económicamente a la Iglesia, en este domingo se nos recuerda la necesidad de la ayuda a los pobres y necesitados, acogiendo para ello las buenas enseñanzas del Papa Francisco, que el año pasado, al concluir el Jubileo de la Misericordia, fundó esta Jornada de ayuda a los pobres, que se ha de celebrar el penúltimo domingo del tiempo ordinario, y así el pasado mes de junio nos publicó un mensaje sobre ello para la jornada de este año. En esta ocasión, habiendo leído y acogido en buen mensaje del Papa, lo comparto con todos vosotros.
En su mensaje para esta Jornada, que lleva como título ‘Este pobre gritó y el Señor lo escuchó', en alusión al Salmo (34, 7) el Papa nos pide «no ser indiferentes al grito de dolor» de los más olvidados de la sociedad. Asi nos dice el Papa que «Las palabras del salmista se vuelven también las nuestras a partir del momento en que somos llamados a encontrar las diversas situaciones de sufrimiento y marginación en las que viven tantos hermanos y hermanas, que habitualmente designamos con el término general de pobres».
Por ello, el Pontífice subraya que este salmo 34 «permite también a nosotros hoy comprender quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades».
Escuchar a los pobres
Por otra parte, el Papa destaca tres verbos fundamentales contenidos en la lectura de este salmo, que ayudan a comprender la actitud del pobre y su relación con Dios: gritar, responder y liberar.
En primer lugar gritar; porque la condición de pobreza «no se agota en una palabra, sino que se transforma en un grito que atraviesa los cielos y llega hasta Dios». «¿Cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, y nos deja indiferentes e impasibles?», plantea el Sucesor de Pedro señalando que por ello, en esta Jornada, «estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres».
En segundo lugar responder a los pobres. El segundo verbo propuesto por el Papa es responder, ya que tras escuchar el grito del pobre que sufre, es necesario dar una respuesta concreta. «El Señor -dice el salmista- no sólo escucha el grito del pobre, sino que responde. Su respuesta, como se testimonia en toda la historia de la salvación, es una participación llena de amor en la condición del pobre», continúa explicando el Papa Francisco añadiendo que la Jornada Mundial de los Pobres «pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío». Una respuesta que no debe limitarse a la mera «asistencia material» del necesitado; sino a un auténtico encuentro personal con él, ya que- dice Francisco- «los pobres no necesitan un acto de delegación, sino del compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor».
Liberar a los pobres.
El último verbo es liberar: «el pobre de la Biblia vive con la certeza de que Dios interviene en su favor para restituirle dignidad», escribe el Santo Padre recordando que la pobreza «no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia» y que por tanto, «cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles; atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).
Que estas enseñanzas, pues, del Papa Francisco, acogiendo lo que nos dijo Jesús de parte de Dios, nos hagan verdaderamente ser ayuda de todos y especialmente de los más pobres y necesitados.