La fiesta ilegal que tuvo lugar el pasado fin de semana cerca de las Platges de Comte sigue levantando polvo y removiendo conciencias. Los residentes estamos cada vez más hartos de impunidad y de energúmenos pseudojipis descalzos o nuevos ricos vestidos de Armani que consideran que Ibiza es un mero pedazo de tierra en el que pueden obrar a su antojo, independientemente del daño que puedan causar al entorno al que fingen amar. Tal es su desvergüenza que se atreven a enfrentarse y agredir a las Fuerzas de Seguridad que, cumpliendo con su deber, intentan poner coto a una actividad ilícita como es una fiesta ilegal en un espacio protegido.
Desconozco si su actitud se debe los estupefacientes que les embotan el cerebro, a la reflexología o simplemente a su irreparable falta de civismo, pero está claro que la Administración y la justicia no deben dejar impunes estas conductas tan nocivas para la isla y su imagen. Sorprende que, ante la presencia policial, se alzaran gritando «¡violencia no!» mientras agredían a los agentes con piedras y barras de hierro, amenazándoles con «salir en Telecinco». No contentos con ello, durante la semana han hecho gala de su indigencia intelectual reivindicando una supuesta libertad de expresión y de reunión que desconocen, alegando un inexistente derecho a que autoproclamados «terapeutas» desarrollen ilegalmente sus infumables prácticas en espacios protegidos a los que ellos llaman «sagrados» o «mágicos». Naturalmente, ilegal e infumable son términos que desconocen. En nuestro pequeño paraíso no es bienvenida su actitud infantiloide y victimista. La tonelada de escombros que dejaron y sus caravanas pueden volver a su lugar de origen, aquí no los necesitamos.