De rectificación en rectificación y en una constante huida hacia adelante. En estas aguas movedizas se mueve el Gobierno. En esta incertidumbre constante nos movemos los más de 47 millones de españoles. El último sainete lo estamos viviendo a cuenta del permiso de salida para los niños. Como ya viene siendo habitual, la medida la avanzó Pedro Sánchez durante una de sus peroratas televisadas en prime time. El presidente deslizó que el salvoconducto sería para los menores de 12 años. La lluvia fina del domingo tornó a tormenta eléctrica. Las críticas arreciaban y el martes a mediodía, la portavoz del Gobierno advertía que los afortunados ya eran los niños de hasta 14 años. El Ejecutivo les daba bula para ir al supermercado, farmacias y bancos porque todo el mundo sabe que a los niños les entusiasma ir al banco o a la farmacia. Y a los súper no era la opción más recomendable. Como era previsible, más críticas. Horas después salían a la palestra Salvador Illa, y el vicepresidente, Pablo Iglesias, para ofrecer un nuevo giro de guión. El ministro de Sanidad abría el abanico a los paseos al tiempo que el inefable Iglesias tuiteba que se habían impuesto las tesis de Podemos. Enésima deslealtad en el seno de un Gobierno que reclama unidad para todos al tiempo que ataca a la oposición a cuenta de los bulos o las fake news. Burda maniobra de distracción para tapar la concatenación de erráticas decisiones. Desgraciadamente, los test masivos del 7 de abril siguen siendo una irrealidad: un bulo. Desgraciadamente, miles de sanitarios se han enfrentado al coronavirus con mascarillas fakes. El término cuarentena pierde valor en España. Con el último bonus track nos iremos a los 56 días de confinamiento y son muchos los que desconfían de este gobierno de las fake news, un Ejecutivo que funciona a golpe de globo sonda, de la frase cursi de Redondo, de la encuesta de Tezanos o del «es de sabios rectificar» que repite hasta la saciedad el bueno de Ferreras.
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