Los nuevos bárbaros se manifiestan alentados por pirómanos sociales, expertos en manipular la rebelión de las masas con un mensaje mentalmente retrasado. Es la tormenta perfecta, pues el largo confinamiento ha vuelto al mundo más majareta todavía. La ira, la estupidez y el victimismo forman un perfecto cocktail molotov para uso explosivo de los predicadores del caos global.
¿Qué piensan los vándalos que decapitan a Cervantes? Sus ideas se confunden con la rabia irracional y siempre hay un imbécil dispuesto a pagar un tren a Lenin. Dicen luchar por la igualdad y el progreso, pero su mayor enemigo es la luminosa cultura: «Diversità delle creature, sirena del mondo!», que cantaba el dandy D´Annunzio. Por tanto es una guerra contra la excelencia personal y la diversidad de gustos; y el supuesto progreso que sueñan, algo muy decadente.
El embrutecimiento ciudadano está subvencionado. Se alienta la personalidad estándar y el espíritu plano del incapaz de hacer poesía, fomentando un pensamiento único donde no broten sorpresas geniales. La inteligencia artificial crece tanto como quieren disminuir la natural.
En internet se encuentran más libros que en la biblioteca de Alejandría, al alcance de quien quiera aprender. Pero ya no es necesario prender fuego a la sabiduría. En la época del slogan basta entontecer, castrar el pensamiento. Y proliferan las sectas de libro único donde los esclavos ni siquiera venden su alma, simplemente la ceden gratuitamente al gurú de turno.
Entre la comunidad científica hay un gran consenso a favor de la teoría de la evolución de las especies y mantienen que el hombre desciende del mono. Yo a veces creo que es el mono quien desciende del hombre.