Sin un plan, sobrepasados y esclavos de la improvisación, el Govern está dando unos volantazos incomprensibles con las medidas que va aprobando y está dejando atónitos a los ciudadanos que sufren su incapacidad. La consellera de Salud, Patricia Gómez hace semanas que vaga por su despacho sin rumbo, poseída por la hibris que le provoca el descontrol de la pandemia en nuestro archipiélago. Los brotes y los contagios aumentan y en el Consolat de Mar la premisa es clara: «que parezca que hacemos algo». Amparados por este objetivo, un día se los ocurre prohibir fumar, otro día deciden rajar la yugular de los músicos prohibiendo de facto sus espectáculos y al siguiente confinan un barrio al azar; todo ello sin datos ni evidencias que motiven tales decisiones, puro humo. La última visita de la célebre consellera a Ibiza ha sido para evidenciar su negligencia y pregonar urbi et orbe que no tiene la menor idea de cómo actuar. Por la mañana anuncia un cribado de las personas que residen en los barrios que desde esta noche están confinados y por la tarde Periódico de Ibiza y Formentera lo desmiente. Primero anuncia que las medidas no afectarán a los turistas y al cabo de unas horas comunica lo contrario. Decreta el confinamiento en unas calles y deja fuera a las que albergan más casos positivos. Lo peor es que todo ello lo hace ante la atenta mirada del Presidente del Consell y de los alcaldes afectados (Vila y Sant Antoni). ¿Quién les manda comparecer junto con una consellera que anuncia unas medidas inventadas que no ha consensuado con ellos? ¿Por qué le ríen las gracias por la mañana y la critican por la tarde? Armengol sabe que debe hacer ver que está actuando, aunque sea con medidas irracionales y contradictorias, que ya se encargarán los palmeros de vitorearlas.
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