El 10 de junio el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, miró a la cámar, puso su mejor cara de galán y aseguró: «Hemos vencido al virus». Algo más de tres meses después, nada más lejos de la realidad.
No solo no lo hemos vencido sino que como Rocky Balboa, ese boxeador interpretado en el cine por Silvester Stallone, se resiste a darse por vencido demostrando que está más vivo que nunca. Aquella fue una afirmación publicitaria, medida y efectista, con intención de reflotar la economía invitando a que nos fuéramos de vacaciones visitando nuestro país, pero del todo irresponsable.
La gente se animó y siguiendo sus recomendaciones salió a la calle pensando que estábamos libres del coronavirus cuando éste seguía entre nosotros, agazapado como el mejor Jean Claude Van Damme, para seguir golpeando sin piedad. Tanto que el efecto que buscaba Sánchez para reflotar la economía se ha vuelto en su contra.
El virus vive ahora su segunda ola, tan grande como las que cogen Rob Machado, Kelly Slater, Taylor Knox o Kalani Robb, y el pequeño comercio, los autónomos, los profesores, los sanitarios y muchos otros sectores no saben como poder sobrevivir ante la improvisación de las medidas que toma el Gobierno y sus 21 ministerios mientras se empeñan en echar las culpas a las autonomías y sobre todo a Madrid, que parece tener la culpa de todos los males del mundo mundial.
Es hora de tirar para adelante y encontrar soluciones sin que lo que en un lado nos parece tan horrible como para montar manifestaciones en otro sea la mejor receta para frenar el virus. Hay que luchar contra el enemigo sin divisiones. Arrimar el hombro juntos, y cuando digo juntos, digo juntos, porque no vale que mientras uno dice que ayuda otro, a su lado y por derás, descalifique. Los ciudadanos se lo merecen igual que no se merecen muchos de nuestros gobernantes. Ahora es tiempo de buscar soluciones. Ya llegará el momento de pedir y dar explicaciones. Espero.