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Torpeza política

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La irresponsabilidad no sabe de cargos ni de roles. Ésta es la conclusión a la que puede llegar cualquier persona que reflexione un poco sobre el asunto más polémico del que se ha venido hablando durante esta última semana. Evidentemente me refiero a la salida nocturna de la presidenta de nuestra comunidad autónoma y su conseller de Movilidad.

La concatenación de errores cometidos a partir de la nefasta noche no podía acabar mas que como lo ha hecho: con la presidenta pidiendo disculpas públicamente, a pesar de que le ha costado reconocer que se había equivocado. Pero que lo ocurrido haya sido noticia día tras día no solo se ha debido al hecho en sí sino a que también ha tenido mucho que ver la negativa de ella misma a reconocer inmediatamente su error y los rocambolescos argumentos que se fueron esgrimiendo y aportando por parte de su equipo de Presidencia. Y, por supuesto, no se puede olvidar la chapuza del extravío temporal del acta de sanción al bar en el que estuvieron de copas hasta bien entrada la noche los irresponsables miembros del Govern Balear.

Lo realmente grave en todo este asunto es que los que tienen la responsabilidad de tomar decisiones a la hora de aprobar medidas que ‘todos' estamos obligados a cumplir demuestren el altísimo grado de inconsciencia que demostraron la presidenta y el conseller Pons con sus hechos. No es de recibo que siendo ambos parte del actual Govern y, por tanto, miembros del órgano colectivo que se ve obligado a prohibir diversas actividades comerciales y de ocio y que recomienda evitar las reuniones sociales prescindibles sean los mismos que demuestran tal grado de incoherencia.

Debido a la irresponsabilidad de dos de sus miembros, ¿qué grado de credibilidad puede tener ahora el Govern cuando aprueba horarios de cierre de todo tipo de actividades o hace recomendaciones; cuando parece claro por lo ocurrido que ni la presidenta ni su conseller de movilidad se sienten obligados a cumplirlos?

Nada hay que objetar a la supuesta ‘reunión de trabajo' en una cena en un restaurante de Palma, siempre que se cumplan escrupulosamente todas y cada una de las medidas y recomendaciones de seguridad sanitaria, si bien es cierto que la citada reunión podría haberse celebrado en una sala a tal efecto en el lugar de trabajo, como se ha venido haciendo tradicionalmente; dejando las cenas en los restaurantes para otras ocasiones más propicias.

Parece claro que lo que demostraron tanto la presidenta, como el conseller en cuestión, fue una absoluta falta de responsabilidad. No es de recibo que algunos sientan que están por encima de las normas que nos afectan a todos y que las mismas no tienen por qué afectarles a ellos dos. Indudablemente cuanto más arriba has conseguido trepar, si te pillan en un renuncio, la caída suele ser más dura.

Es evidente que quienes se suelen mostrar con más autoridad moral que nadie, quienes son muy estrictos con los demás y nada con ellos mismos, cuando son pillados demuestran muy poca humildad y una enorme falta de respeto social. En cualquier caso, cabe esperar que ambos miembros del Govern se disculparan de forma inmediata con sus compañeros del Ejecutivo autonómico, organismo al que los dos arrastraron por los suelos y no tardaran tantos días como tardo la presidenta en hacerlo públicamente. Y digo la presidenta ya que que se sepa el conseller todavía no lo ha hecho.

Muy poco dice a favor de los implicados en el suceso que el propietario del bar afirme que abandonaron el local a las 01.15 cuando el mismo debía estar cerrado y, por tanto, vacío a las 01.00 horas. Por ello ello suena, como mínimo, rocambolesca la expresión utilizada en el comunicado oficial del Govern, de que abandonaron el bar «alrededor de la una», máxime cuando desde el propio Govern se viene pidiendo responsabilidad a la hora de cumplir las restricciones impuestas y que se reduzca al máximo la vida social. Mal ejemplo el que dieron estos gobernantes. Antes de entrar al bar deberían haber pensado en la conocida frase de Cayo Julio Cesar: «La mujer del Cesar no solo debe ser honrada sino parecerlo».

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